CAPITULO 7

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CAPITULO 7

SIN ALIENTO

Catriel

Sonríe frente a la cámara.

Su cabello cae a los lados de su rostro, enmarcando sus delicadas facciones.

No lleva una gota de maquillaje y tampoco pareciera necesitarlo, así al natural demuestra su auténtica belleza.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta papá detrás de mi espalda.

Salgo rápidamente de Instagram y apago la pantalla del celular.

—Nada. —carraspeo.

Se sienta en la silla de frente, con la taza de café en sus manos y entrecierra sus ojos, mirándome suspicaz.

—¿Acaso conociste a alguien?

—A nadie en especial.

Me escojo de hombros, restándole importancia y antes de que pueda decirme algo, Mélodie aparece en la cocina con el cabello alborotado y su pijama de color rosa. La agarro en brazos y la siento en mi regazo, beso su coronilla y luego le ofrezco el tazón de avena para que comience a desayunar.

Papá me alcanza un cepillo para el cabello y comienzo a desenredar la maraña rubia.

—¿Quieres, papi?

Melodie lleva una cuchara de avena a mi boca y trago, saboreando el sabor de la canela que le agregue. Todos los días le preparo una diferente porque si no pobre de mi hija que se aburrirá de comer lo mismo y, no quiero desarrollar ningun problema alimenticio como suelen tener las mujeres de hoy en día.

Escuchamos el sonido de la cámara y los dos observamos hacia adelante, papá tiene el celular en alto, retratando otro momento.

—Se lo enviaré a Viviane.

Sonríe, tecleando en el celular.

—Seguramente estará feliz de tener otra foto de nosotros. —contesto con sarcasmo.

Hace años que con mi hermana melliza no tenemos una buena relación, alrededor de seis años su odio por mi creció.

—Sácame otra foto más para mi tía.

Mélodie hace a un lado la avena para apoyar sus antebrazos en la mesa y agarrar su rostro entre sus manos. Frunce sus labios, simulando enviar un beso. Papá la halaga mientras que, en mi pecho, mi corazón se infla de orgullo al verla.

—Pero que niña tan hermosa. —comienzo a picar sus costillas provocando que comience a reír—¿Quién será tu padre?

Su risa resuena por todo el lugar, se hecha hacia atrás y la agarro de la espalda para que no se caiga. Con la otra mano no dejo de picarla y ella no para de reír, tratando de agarrar mi mano para que me detenga.

—¡Ayúdame abuelo! —dice como puede.

—Hijo es suficiente, esta roja. —me llama la atención papá.

—El rojo es mi color favorito. —murmuro en medio de una sonrisa.

Sin embargo, me detengo, sentándola correctamente.

—Agua, por favor. —pide.

Papá le alcanza un vaso que bebe tranquilamente para luego observarme con el ceño fruncido.

—Papi no es gracioso, ¿a vos te gustaría que te haga muchas cosquillas?

—Inténtalo.

Lleva sus pequeñas manos a mi cuello tratando de hacerme cosquillas, pero queda en el intento ya que no me provoca más que ternura. Aun así, finjo reírme para darle el gusto y hacerla sonreír.

CURVAS SIN MIEDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora