CAPITULO 15

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Bajo la luz de luna

Catriel

A través del espejo retrovisor observo a Mélodie sonreírle a la pantalla del celular, parece sentir mi mirada ya que levanta la cabeza y con entusiasmo, me muestra la pantalla. Es una imagen de mi melliza sonriendo, tiene espuma en la parte superior de su boca debido al café matutino y una sensación de amargura con calidez invade mi pecho.

Amargura porque si estuviéramos en otros términos, ella estaría con nosotros como la familia que deberíamos ser y calidez porque aun con el cansancio que se le nota en el rostro por culpa de las guardias de la noche, piensa en mi hija y busca la manera de seguir presente en su vida.

—¡Debo enviarle una imagen de regreso a mi tía! —dice mi hija con urgencia, provocando una risa al hombre que va a mi lado.

—Claro cariño, ¿qué te parece si te tomo una foto en las puertas del colegio?

—¡Si, si, si!

Una ligera sonrisa se asienta en mis labios al percibir su entusiasmo y trato de dejar a un lado la sensación de amargura. Estacionó afuera del colegio y mientras Leopold le saca algunas fotos a Mélodie con su uniforme, me apoyo en el auto y prendo un cigarrillo que inhalo lentamente, como si nicotina fuera capaz de calmar mi tensión.

—Adiós papi.

Se acerca a despedirse y levantó el cigarrillo por lo alto para no impregnarle el aroma y dejo que bese mi mejilla, Leopold también recibe un beso. Ambos observamos como entra por las puertas junto a los demás niños.

—¿No te parece que es muy temprano para que andes fumando? —dice con sutileza papá.

—¿Y a ti no te parece muy temprano para andar regañandome? No soy un niño. —contestó distante.

Desde que discutimos por culpa de mi melliza, nuestra relación es tensa. Es una tortura sentarnos a comer los tres y la única que no se da cuenta de lo que sucede a su alrededor es Mélodie que vive en su lindo mundo de inocencia.

—Actúas como uno, —responde—ahora vamos.

Término lo que me queda del cigarro y subo al auto para conducir a la discográfica. El camino vamos en silencio, un silencio que ninguno de los dos busca romper. Y estoy bien con ello, no tengo ganas de lidiar con otra discusión.

Es irónico que nuestra distancia se deba a la familia, ¿acaso la familia no es aquella que te complementa?

—Es sorprendente que terminaras tan rápido la canción, ¿estás inspirado? —busca conversación cuando estamos a punto de entrar al estudio minutos después.

—Se podría decir que sí. —no le doy tanta importancia.

Recibí ayuda en las primeras estrofas debido a cierta mujer, sin embargo, no se lo digo. No quiero verlo ilusionado creyendo que conocí a alguien, cuando no es así.

Prendo la consola y busco la pista que grabé la semana pasada, al encontrarla comienzo a reproducirla, la música sale de los parlantes y papá se sienta a mi lado, con los brazos cruzados, escuchando atentamente la primera canción que tengo para el álbum. Me dejo caer en la silla del productor y de reojo, observo su reacción.

La comisura de su labio se alza en una pequeña mueca y sus cejas se juntan, eso me hace saber que no le gusto y cuando su mirada cruza con la mía, pauso la canción.

—No te gusto. —afirmó en vez de preguntar.

Mueve su cabeza a los lados vacilante.

—Los primeros versos me gustaron, es como el comienzo de una historia de amor, pero los siguientes pierden ese mensaje, se vuelven frío, hijo y creí que ya no querías hablar del desamor.

CURVAS SIN MIEDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora