CAPITULO 10

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Entre el miedo y la ilusión

Zahara

—Creo que adelgazaste, cielo. —menciona Evelyn en mi dirección con la cinta en la mano y sus lentes de montura cubriendo sus ojos.

—¿Sí? —pregunto, arrugando mi nariz —He estado comiendo normal, capaz es porque me anoté a otra clase de baile. Esta es de ritmos latinos. —contestó con una sonrisa, quitándole importancia a la situación. La alimentación es un tema delicado para mí.

Mi madrina sonríe en respuesta y sigue tomando las medidas de mi busto.

—Si aprendes bachata, me enseñas.

—Recién fui a una clase con papá, pero trato. —le guiño un ojo.

Nos encontramos en el edificio de la compañía, específicamente en el último piso que Evelyn designó para nosotras. Acá nos juntamos a practicar caminatas, probarnos ropa o simplemente para pasar un tiempo juntas. Esta mañana nos reunimos para desayunar.

Devi junto a Annette están preparando waffles de avena y cómo las estoy viendo prepararlos, tengo la seguridad que puedo comerlos. Dulce está en uno de los sofás, con la vista en su celular.

—¿La bachata no es un baile caliente? —pregunta Annette colocando un cuenco de frutas en la mesa —Digo, no da bailarlo con Gerald.

Suspiro para responder.

—Se supone que Azahar iba a ser mi compañero de baile, pero —carraspeo —estamos peleados y papá me acompañó.

—Que divino que es ese hombre, nunca te deja sola. —comenta Devi con tono ensoñador.

—No lo veo divino. —Annette frunce el ceño —Más bien era la oportunidad perfecta para que nuestro bomboncito de leche conozca a alguien.

—Tú misma lo has dicho, la bachata se baila muy pegados y no quería a un extraño apoyándome. —respondo.

Aunque ahora que lo pienso, si tiene razón que es raro que lo baile con papá. Por suerte, en la primera clase nos enseñaron los tiempos y papá estaba tan perdido que tuve que explicárselo tres veces para que me pueda seguir. Papá es ruso y en su sangre no tiene el ritmo para moverse como se debería, aun así, me conmovió verlo tratar de hacerlo.

—Y eso está bien, cielito. —Evelyn me sonríe, luego se aleja con su libreta en la mano, anotando mis medidas nuevas.

—Zahara no es como vos que busca pegarse a todos los hombres. —comenta Dulce desde el sofá.

—Eh, yo no busco pegarme a todos los hombres. —Annette se indigna —Ellos buscan pegarse a mí, no se resisten a este cuerpito tentador. —pasa sus manos por sus curvas de manera provocadora.

Con Devi nos reímos.

—Esa es mi amiga, grrrrrr. —le tiró un beso que atrapa, fingiendo que lo come.

Dulce bufa y sigue mirando su celular, sin revelar qué está haciendo. Devi nos avisa que los waffles ya están listos y nos sentamos las cinco alrededor de la mesa redonda, de un rosa pálido que contrasta con el resto de la decoración. Annette fue la que eligió ese color, diciendo que necesitábamos alegrar el piso con tonos vibrantes. Y así lo hizo, llenando el espacio con una explosión de colores que te deslumbra a primera vista.

La alfombra es fucsia, los sofás son verde oscuro, las cortinas son rojas y largas como un telón. En medio del piso hay un buda de yeso que parece invitarte a meditar junto a él. Y en una esquina hay un perchero alargado con todas las prendas de las colecciones anteriores, que añaden más matices al panorama. Las paredes son negras, un detalle que Dulce quiso imponer para contrarrestar con la bomba de colores.

CURVAS SIN MIEDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora