Rendirse

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A París le sorprendió el atrevimiento de la recién llegada. No dijo más nada que pudiera ser usado en su contra y paciente esperó a que su padre quisiera retirarse.

Fue un momento tenso, extraño. Ni siquiera pudieron entenderlo, porque jamás se habrían imaginado a Christopher apoyando y mucho menos defendiendo a una mujer como Lilibeth Lopez.

Antes de dejar atrás las oficinas de Craze, hicieron una parada en la oficina privada de Wintour. A puerta cerrada, para que nadie pudiera oír lo que allí se orquestaba.

Christopher los vio entrar allí y miró la puerta por largos y eternos veinte minutos, mientras todo lo que Lily había conseguido se convirtió en malos pensamientos.

Se imaginó cada cosa horrible que decían de él y estuvo tan nervioso que, Lily pudo vislumbrarlo.

—Ya concreté una cita con MissTrex para esta tarde, señor —le dijo Lily para tratar de sacarlo de ese estado de tortura en el que estaba inmerso.

Christopher suspiró y, aunque al principio había creído que la idea de Lily era buena, tras el enfrentamiento con su padre solo sentía inseguridades al respecto.

—Mira, Lily, no sé si sea buena idea...

—Oye, Christopher —lo llamó la encargada de finanzas, interrumpiéndolos—. Roux envió un cobro por cinco mil dólares... ¿lo autorizamos o qué?

Christopher asintió y Lily se quedó pensando en la forma fría y poco respetuosa en la que se dirigían a él.

¡Era el editor en jefe, por el amor de Dios!, merecía un poco de respeto.

La recepcionista apareció entonces y dejó caer en su escritorio la correspondencia del día. Tuvo una actitud tan altanera que Lily se le quedó mirando un largo rato.

Cuando estuvieron a solas otra vez, Lily se apuró para hablar, puesto que intuía que algo lo había hecho cambiar de opinión.

—Mire, señor, con todo respeto... —susurró ella y Christopher la miró con sus tristes y fríos ojos azules—, no voy a aceptar su negativa, porque si lo hago, sería aceptar que se rinde. —Christopher escondió la mirada—. Y no quiere eso, ¿verdad?

—No lo sé, Lily... —suspiró y rodeó su escritorio con pesimismo—. Estoy cansado de esta lucha...

Lily corrió a cerrar la puerta para que pudieran hablar en privado.

—Señor, con todo respeto —repitió Lily—, no conozco su lucha y las cosas difíciles por las que ha atravesado, pero creo que tiene todas las oportunidades para triunfar. Posición e idoneidad. Un apellido respetado y una carrera sólida. —Los dos se miraron con agudeza.

Christopher quiso abrazarla en ese momento, cuando alabó su talento y capacidad. Nadie se había detenido en ese punto en el que tanto había trabajado.

Todos se limitaban a ver su apellido, su gran herencia y su belleza hombruna.

Lo demás les importaba un pepino.

—¿Quiere saber lo que es estar cansado y sin oportunidades? —le preguntó ella. Christopher le miró con angustia y asintió—. Cansada estoy de conseguir trabajos mediocres para poder pagar la renta cada mes y que nadie me dé una oportunidad de verdad para escribir. Dios, ¡muero por escribir! —empezó sincera—, estoy cansada de escuchar a mi hermana llorar cada noche porque perdió a su hijo y no sabe cómo afrontarlo. —Suspiró—. Cansada estoy de fingir que soy feliz para que mi padre pueda ser feliz. ¡Y estoy harta de fingir que respeto a mi madre, cuando lo único que siento es desilusión y...! —La muchachita no pudo continuar.

Suya por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora