La venganza y Rolls Royce

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Actualización triple

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Un par de días después y sin dejar de trabajar arduamente en el nuevo número de Craze, el día del juicio llegó.

Ni siquiera tuvieron tiempo de pensar en ello. Estaban tan agobiados con el trabajo, los fotógrafos y nuevos catálogos de venta que, apenas pudieron recordar a Vicky o Nora.

La pareja sentía calma al saber que los abogados tenían todo bajo control.

Para ese entonces, los medios ya especulaban y ardorosamente, sobre el compromiso entre Lily y Rossi.

La entrada del edificio en el que vivían y la entrada del conglomerado de Revues estaban atestadas de reporteros todo el tiempo. El que consiguiera la exclusiva sobre su compromiso, se llevaría el premio dorado.

Los titulares de los periódicos no cesaban con especulaciones sobre su matrimonio. Algunos incluso se atrevían a inventar reuniones a las que Lily jamás asistía.

Esa mañana se prepararon para el juicio. Christopher pidió un traje especial para su suegro. Negro, elegante y hecho a la medida. Aunque el señor Lopez no quería derrochar tanta elegancia, el señor Rossi insistió.

—Su exesposa estará allí —le dijo Christopher con clara malicia.

El señor López lo miró con grandes ojos.

—¿Qué está insinuando, señor R? —Julián le enarcó una ceja, siguiendo su juego.

La complicidad entre ellos crecía cada vez más y Lily era la más feliz de verlos crecer.

—¿Yo? —se rio Chris—. Nada. Soy una blanca paloma... por favor, no piense mal de mi...

En el cuarto de baño, Lily escupió el dentífrico al escuchar aquello y se rio fuerte.

Asomó su cabeza por la puerta y le dijo:

—Cariño, di la verdad.

Chris puso los ojos en blanco al verse descubierto y con mueca sarcástica respondió:

—La venganza... Que Nora sepa el macho que se perdió...

El señor López se rio y dejó que su yerno terminara de arreglarle la corbata.

Cuando terminó, Julián volteó y se miró al espejo. Se veía radiante, con un corte de cabello nuevo, la barba perfectamente perfilada y ese traje que gritaba: viejo sabroso recién separado.

—Que le duela —pensó en voz alta con una sonrisa maliciosa.

—¡Así se habla! —se rio Rossi y se fueron los dos abrazados a la sala, conversando sobre lo interesante que sería verse las caras después del divorcio.

A Lily le tocó quedarse sola en su habitación, sin poder ocultar sus muecas de sorpresa por la tan intensa relación de amistad entre su padre y su prometido. Por suerte, Sasha estuvo allí para ayudarla con su vestido de cuello alto y mangas ovaladas.

—Se ve preciosa, Lily —le dijo Sasha, estirándole el vestido con una pequeña alisadora—. Muy elegante.

—Gracias, Sasha —le correspondió Lily conforme se acomodó unos bonitos aretes con diamantes blancos.

Nunca se habría imaginado luciendo tanta elegancia, mucho menos para enfrentarse a su propia hermana.

No iba a negar que le resultaba una situación incómoda. Las cosas iban por tan mal camino que podía anticiparse a que Vicky y su madre jamás le dirigirían la palabra otra vez.

Suya por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora