Lily se levantó de sobresalto cuando vio a su jefe caer al piso como un saco muerto y se acercó a él con paso desconfiado, puesto que no entendía qué estaba pasando.
Cuando vio al hámster muerto a sus pies, supo entonces porque el hombre se había desmayado o infartado de la impresión.
—Señor Rossi —lo llamó y con delicadeza lo tomó por las mejillas para revisarlo.
Le levantó los párpados y buscó sus pupilas.
Le dio un par de palmaditas en las mejillas para tratar de despertarlo.
Cuando el hombre no reaccionó, le desabotonó el saco y puso su oreja sobre su pecho para escuchar los latidos de su corazón. No sabía nada de medicina. ni siquiera sabía cómo encontrar su pulso, pero hizo un esfuerzo y suspiró aliviada cuando supo que estaba vivo.
—Que susto, por Dios —suspiró mareada, pero muy aliviada.
Vio con tristeza al hámster muerto y se levantó para recoger su cuerpo ya inerte. Lo envolvió cuidadosa en papel y limpió el piso para que cuando su jefe se despertara, no encontrara rastros de su crimen.
Rossi se despertó en ese momento. Lo hizo de susto y se encontró a Lily limpiando el piso. Cuando ella volvió a mirarle, él cerró los ojos de golpe y siguió fingiendo que estaba desmayado.
Ella suspiró preocupada y pensó qué hacer. Se quitó la chaqueta que vestía y la dobló para ponerla debajo de su nuca. Como el hombre no despertó, lo cubrió con su gabardina larga y trató de mantenerlo tibio.
Lo miró a la cara con tristeza. No pudo negar su atractivo. Su cuerpo no reaccionaba bien cuando estaba cerca de él y no podía seguir actuando como si fuera inmune a sus encantos.
Se lamentó entonces por haber aceptado ese contrato con el padre de Christopher. Se sentía atrapada en un callejón sin salida de sentimientos contradictorios que se negaba a aceptar.
—Ya no podemos seguir así, Señor Rossi —le dijo dulce y con el dorso de la mano le acarició la mejilla—. O vamos a terminar matándonos. —Temblorosa le tocó la patilla y el mentón pronunciado con la punta de los dedos.
Christopher ya no pudo fingir.
Sus caricias le produjeron cosquilleos en todo el cuerpo y una sonrisita traviesa se le escapó entre los labios.
Lily lo miró con el ceño apretado cuando lo vio sonreír y lo estudió cuidadosa, sospechando que la estaba engañando.
Se mantuvo expectante a cada movimiento de su rostro y se acercó tanto que, Rossi aprovechó de su proximidad para agarrarla por la nuca y plantarle un apasionado y violento beso en los labios.
Lily se separó de él con bruteza y chilló horrorizada cuando supo que sus bocas se habían tocado.
Christopher se carcajeó aun en el piso.
—¡¿Por qué?! —le gritó enojadísima—. ¿Por qué hizo eso? —insistió furiosa, de rodillas frente a él.
Con una triunfante sonrisa, él se incorporó y la miró seductor.
Quiso demostrarle que poco le importaba, que solo era un beso más, aunque muy en el fondo, sabía que eso no era cierto, y con tono arrogante le dijo:
—Sabes que lo querías. Todas lo quieren... —La miró con perversión.
Lily frunció los labios al escucharlo hablar así y los ojos se le llenaron de lágrimas.
—Yo no soy como todas, Señor Rossi —le contestó con seriedad y le miró con decepción.