Lily acompañó durante todo el día a su jefe en múltiples reuniones de negocios.
En las de la mañana cabeceó porque estaba muerta del cansancio y para cuando las de la tarde llegaron, tuvo que abusar del café.
El trabajo lo sintió doble; por supuesto que así era, si trabajaban arduamente en dos ediciones.
Las más importantes del año: Edición navideña y la Edición de final de año, la que debía ser inolvidable.
Christopher se había reunido a almorzar con el embajador ruso, quien prometía solucionar el problema de Sasha, pero, hasta ese momento, Rossi no había dicho ni una sola palabra respecto a ese tema.
Lily estaba preocupada; se imaginaba que tal vez las cosas no habían resultado bien y temía tener que decirle adiós a Sasha para siempre.
—En veinte minutos tenemos una cena con el organizador de la Semana de la moda de Alta Costura Primavera-Verano —le dijo Rossi, caminando apresurado hasta su oficina.
Lily tuvo que correr detrás de él para poder seguirle el paso.
—Cierto —recordó ella—. París... —pensó en voz alta.
No sabía si estaba lista para País. Ni siquiera sabía si sería incluida en algo tan masivo e importante.
Rossi se detuvo y volteó a mirarla.
—Vendrás conmigo —le ordenó—. Solicité un cambio de vestuario. Tienes diez minutos.
Ella se puso pálida y retrocedió cuando se sintió avasallada por sus órdenes.
Frunció los labios cuando Chris le ofreció una alargada caja blanca. Lily tocó las letras de Burberry y sonrió cuando tuvo que alabar el ingenio de Christopher.
—Elegancia británica —susurró y aceptó la caja—. Muy astuto, señor Rossi... El organizador es Británico.
—Por eso te amo —le respondió él con soltura y le guiñó un ojo antes de regresar a su escritorio para avanzar con su trabajo.
Apenas eran diez minutos, pero él bien sabía que podía aprovecharlos bien.
Lily se quedó perpleja frente a él.
La frase que le había dedicado la había desacomodado y no sabía cómo interpretarla.
¿La amaba de verdad o solo era un juego de palabras por su astucia?
Se preguntó mientras se cambió de ropa encerrada en un cubículo en el cuarto de baño. Lo hizo tan apresurada que poco tiempo tuvo de detallar el vestido y de pensar en profundidad en lo que Christopher le había dicho.
Se cambió los tacones y apresurada salió para terminar de arreglarse frente a un espejo.
Debía acomodarse un par de aretes en las orejas y arreglarse el cabello. Ni siquiera sabía cómo llevarlo. Recogido, suelto.
July estaba allí, terminando de arreglarse para partir a casa. Se retocaba el labial en cuanto se encontró con Lily.
Se quedó boquiabierta. A cualquiera le habría sucedido. Era una reacción natural a la que Lily aún no se acostumbraba.
—Dios mío... —suspiró y sin contenerse la miró de pies a cabeza—. ¿Es el vestido Corrine de Burberry? —preguntó anonadada.
Lily tragó duro y no supo qué responder. Solo volteó para mirarse en el espejo. El vestido era negro, largo y la manga le alcanzaba incluso la mano, pero con diferentes escotes circulares sobre el pecho.