Las heridas son realmente profundas

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Leo

-Leo ¿me estás escuchando?

-Sí. ¿Qué decías?

Max niega con la cabeza.

-Que hay una vacante en la librería donde trabajo, por si te interesa.

-Ah, sí. -Trago en seco -. Iré el miércoles después de la escuela.

Esa era una de las cosas que me preocupaban demasiado; conseguir trabajo. Mantener un trabajo a tiempo parcial en New York nunca era fácil para mí. Siempre me echaban. Lo máximo que duré en un trabajo fueron dos semanas y eso porque traté de controlarme un poco.

-¿Estás nervioso? -Max pregunta inclinándose un poco hacia adelante.

-¿Por qué lo preguntas?

-En cuanto mencioné la palabra vacante te pusiste tenso.

Max es demasiado observador.

-En New York no duraba mucho en los trabajos.

-¿Y eso por qué?

Suspiro.

-Me diagnosticaron con el trastorno explosivo intermitente cuando tenía nueve años, pierdo el control con facilidad así que siempre acababa despedido.

Antes me había costado demasiado aceptar lo que tenía. En mi mente, todos estaban en mi contra, y pensaban que estaba loco, hasta que al final me di cuenta por las malas, y cuando ya había causado demasiado daño. Ya lo dicen por ahí, solo cuando tocas fondo realmente te das cuenta de que tienes un problema.

-¿Pero estás hiendo a terapia no?

Asiento.

-¿Entonces?

-Acabo de empezar las terapias prácticamente. Le prometí a mi madre que llegando aquí comenzaría de nuevo. -Me paso la mano por la cara -. No sé si podré...

-Claro que vas a poder. -Sonríe -. Sí lo harás, porque necesitas ese trabajo y también es una forma de probarte a ti mismo.

-Sí, y de llevarme a un poco de personas por delante.

-Hablas como si fueras un asesino o algo así.

-Tengo cara de uno cuando me molesto.

Él ríe, negando con la cabeza.

-Tranquilo, en caso de que te den el trabajo, yo estaré ahí. No dejaré que pierdas la cabeza. -Sube y baja las cejas con una sonrisa.

-Esos trucos no funcionan conmigo, Max.

Se pone una mano en el pecho fingiendo estar dolido y justo en ese momento las risas de mi hermana y de Elena se escuchan, haciendo que alcemos la vista hacia el segundo piso, en el balcón, donde las dos ven algo en una laptop.

Las vi salir esta mañana y tardaron bastante, pero pude deducir a donde fueron cuando vi a Antonia con un aro en la nariz. Mamá la mataría.

-Estas dos no me dejaron dormir anoche -me dice Max rodando los ojos -.Estaban igual de escandalosas que ahora.

Frunzo el ceño.

-¿Estás celoso?

-¿Qué? ¿De qué hablas? -Se hace el desentendido.

-Que cada vez que ves a mi hermana con Elena te cambia el semblante.

-No sé de que hablas, más bien tú y tu hermana deberían tener cuidado con ella, esa cara de ángel ya ha engañado a mucha gente.

Vulnerables I: GIRASOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora