Max y Tony

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Leo

—¿Entonces te está acosando?

—Sí. Ayer fui con mis padres a hacer la denuncia.

—¿Desde cuando empezó todo esto?

Estoy sentado bajo el árbol con ella sentada entre mis piernas. Mis manos rodean su cintura y al principio la sentí un poco tensa y tímida, pero luego hasta puso su cabeza en mi hombro, y se siente realmente bien estar así con ella.

—Desde primer año de instituto, empeoró cuando me hice novia de su hermano —responde a media voz.

—¿Su hermano fue el que te llamó hace un rato?

Asiente, y vuelve a cambiarle la cara de solo mencionarlo. Vuelve a tener el rostro duro, hostil. Cuando recuerdo el tono áspero de su voz me sorprendo nuevamente, porque jamás me imaginé verla de esa manera, y comienzo a detestar mucho más a ese idiota que se nota que le hizo mucho daño. A él, y al hijo de puta de su hermano; no me arrepiento de darle sus buenos puñetazos, y si me lo llego a encontrar algún día van a tener que matarme, porque no me voy a detener hasta que por lo menos caiga inconsciente de nuevo. Para que aprenda a respetar.

—¿Dónde está tu ex ahora?

Con el dedo índice hago círculos por encima de la ancha camisa negra. La siento tensarse nuevamente en mis brazos. Mierda, jamás había hecho esto con nadie.

—Está en la cárcel.

Eso me sorprende. Nunca lo habría imaginado. Me cierro al pasarme por la cabeza que él esté en la cárcel por hacerle algo a ella, se me nublan los sentidos y cuando me doy cuenta que aprieto la mandíbula demasiado fuerte, cuento hasta diez en la mente.

—Él... ¿Él te hizo algo?

Asiente nuevamente y la rabia va creciendo dentro de mí. 

—Me hizo mucho daño, y por eso va a pasar seis años en prisión.

Seis años es mucho tiempo. Elena permanece con el rostro distante, como si estuviera recordando todo.

—Elena. —Detengo las caricias y mis manos vuelven a rodearla al pasarme algo por la cabeza, algo muy malo —. ¿Él no te habrá...?

Ella sube la mirada, yo la miro asustado, aterrado de que ese imbécil la haya...

—No —aclara, y siento que puedo respirar mejor —. No ese tipo de abuso.

—Pero, entonces que...

—Leo —me corta, coloca sus manos encima de las mías —. De verdad quisiera contarte todo, pero, aún no me siento lista para hablarlo.

—Claro. —Asiento, comprendiendo —. Te repito que cuentas conmigo, para lo que necesites. No seré muy bueno consolando pero...

—¿Pero que dices? ¿Y dónde dejas el abrazo de hace un rato? —me dice esbozando una sonrisa —.Eso me hizo sentir muchísimo mejor, Leo. Me calmé con solo un abrazo tuyo.

Trato de no sonreír ante lo que dice, pero acaba sucediendo de todas maneras. Todo es inesperado con Elena; cuando estoy con ella mi mente y mi cuerpo reaccionan de una manera diferente. Intento no sonreír cuando la escucho decirme algo, intento mantener mi rostro inexpresivo pero mi corazón me traiciona y con él mi cara de tonto al igual que mis sonrisas. Esto sólo me pasa con ella, sólo con ella y con nadie más.

—Un momento —dice, separando su espalda de mi pecho y mirándome con diversión —. Te has puesto rojo.

—¿Qué? —Frunzo el ceño. De esto es de lo que estoy hablando —. No, para nada.

Vulnerables I: GIRASOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora