Elena
Tengo veinte llamadas perdidas de un número desconocido. Me había olvidado de eso en la escuela y ahora es algo que me está comiendo la cabeza.
«¿Y si...?»
No, no voy a pensar en esa posibilidad.
Suspiro y me lanzo a la cama cerrando los ojos aún con mi teléfono en la mano. Hoy ha sido un día demasiado cargado. Mis padres ya han llegado; papá sonrió al verme al fin sin los lentes, dijo que estaba feliz de verme así, como realmente era. Mi madre no ha venido de buen humor y papá cambió el semblante en cuanto lo llamaron de la escuela. Mi hermana me miró extrañada y mi madre arqueó una ceja:
—¿Ya volviste a lo mismo, Elena?
Jessica alza las cejas sorprendida y de reojo pude ver como Max se contenía para no reírse. Y es que antes yo siempre encontraba la manera de meterme en problemas, sin querer. Justo como ahora. Y creo que mi cara lo dijo todo porque mamá murmuró un “otro suspenso más, maravilloso”.
Que poca fe me tiene, de veras.
Cierro los ojos tratando de descansar un poco por el dolor de cabeza y en las manos que tengo desde que salí de la escuela, me quité las vendas por un momento pero debo ponerme otras. Tomé mis pastillas hace una hora, ya hice los deberes y la verdad no me apetece bajar a cenar. Papá acostumbra a hablar de los problemas a esa hora.
—¡Elena! —Escucho el grito de mamá y me levanto de un salto de la cama.
Salgo de mi habitación y Jessica y Max salen de las suyas a la par.
—¿Que coño fue ese grito? —pregunta Max con un calcetín puesto y el otro par en la mano.
—Viene de la segunda planta —dice Jessica, también con un peine en la cabeza.
—¡Elena ven aquí ahora mismo!
—¿Qué hiciste ahora? —inquiere Max con una ceja alzada.
—¿Yo? —Me señalo y luego niego con la cabeza.
—¡Elena te estoy hablando!
Corro por la sala y bajo las escaleras con el corazón acelerado. A saber que hice ahora según ella. Escucho cosas caerse en el estudio y entro de inmediato... lo que veo me hace reír a carcajadas.
—¿Qué te parece tan gracioso? Saca a ese gato y a lo que trae de aquí —masculla amenazante, pero ni así puedo parar de reír —. Después de esto llamaré a un exterminador.
—En la casa no hay ratas.
—¿Entonces de donde sacó una ese gato?
Aprieto los labios pero inevitablemente la risa sale. Blue mira a mi madre con los ojitos brillando y la cabeza levemente inclinada mientras mamá tiembla, encogida en un rincón. Blue solo le estaba dando un obsequio. Extrañamente, a mi gata le cae bien Elena Roland.
—Es gata, y debió haberla sacado del bosque, supongo —murmuro al final pero ella me escucha y su cara de susto me obliga a bajar la mirada.
«Jamás pensé que me reiría tanto de ella, nunca la vi tan asustada».
—Solo sácalos de aquí, y que nunca más tu... animal entre aquí. —Le da una mirada fulminante a Blue y sale del estudio a pasos rápidos.
Miro hacia donde está la rata muerta y luego a Blue que había seguido los pasos de mamá hasta que desapareció por la puerta. Niego y la tomo en mis brazos conteniendo una queja de dolor por la mano izquierda.
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Vulnerables I: GIRASOL
Teen FictionElena vive en un mundo perfecto a los ojos de otros. Para los otros lo tiene todo, no merece lo que tiene por ser una persona horrible, por hacer que las personas se vayan de su lado. Todos creen en su vida perfecta, pero es solo un espejismo; algo...