Jessica

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Elena

Después de contarle a los policías todo de nuevo —extrañamente sin llorar —llegaron a una conclusión junto con mis padres; había alguien a partir de ahora que estaría cuidando de mí, aunque yo lo catalogue como vigilándome.

No podía ir sola a ningún sitio, ni tampoco debía dejar el celular apagado por ningún motivo, tendría que llamar a cada hora desde el lugar en donde me encontrara para que se cercioraran de que estuviera bien y la persona que me asignarían tendría que seguirme hasta la escuela. Aunque ni siquiera me daría cuenta de qué estaba ahí. Iba a protestar pero mi madre me dio una de esas miradas fulminantes y me encogí en el lugar.

Cierro el libro y seco mis lágrimas levantándome de la cama. No me había levantado de aquí desde que llegué, ni siquiera me había cambiado de ropa y ya casi era la hora de la cena.

Mi celular suena y voy hacia la mesita de noche, veo el nombre de Tony en la pantalla y sonrío, me ha estado llamando toda la mañana.

—Hasta que al fin contestas.

—Lo siento, llegué y enseguida me puse a leer y ahora tengo ganas de matarte.

—¿Matarme? ¿Por qué?

—Por hacerme leer romance, te dije que no era lo mío y ahora estoy mal —le respondo volviendo a lanzarme en la cama.

Por eso no leía romance ¿Por qué las cosas tenían que terminar de una manera tan dolorosa? ¿Qué acaso los escritores disfrutaban de hacernos sufrir? Sí, había sufrido bastante con los libros de fantasía, había sentido miedo, angustia, felicidad y hasta me habían dado unos ataques de risa tremendos, pero nunca habían llegado al punto de hacerme llorar.

—¿Terminaste Me before you cierto?

Mhm. —Asiento, como si ella estuviera frente a mí —.Por favor dime que no habrá otro así.

—No puedo prometerte nada. —Ríe—.Yo también me sentí mal panda, cuando lo leí, de hecho me acuerdo que estuve triste un día entero, todavía pienso en ello y me molesto porque obviamente no quería que muriera, pero los libros como la vida, a veces son así.

Tenía razón, pero pensaba en ello y en mi cabeza es algo que no podría aceptar ¿Por qué no había una cura para su enfermedad, en primer lugar?

—Escucha, no quiero seguir hablando de esto, siento que volveré a llorar de nuevo.

Vuelve a reír y puedo imaginármela negando con la cabeza.

—¿Puedes salir hoy en la noche?

—Después de la cena, creo que sí, necesito respirar un poco y caminar por el bosque un rato me hará bien. 

Hablamos un rato más sobre mi ida a la delegación, hasta que mi hermana toca la puerta de mi habitación. Tiene el rostro enrojecido y los ojos llenos de lágrimas. Me asusto y como un rayo me levanto de la cama hiendo hacia ella tomándola de los brazos.

—¿Qué pasa? ¿Por qué estas llorando?

—¿Por qué no me dijiste que ibas a la delegación? —Seca sus lágrimas y me mira seria cruzándose de brazos.

Respiro profundo y la tomo de la mano llevándola conmigo a sentarse en la cama. No quería preocuparla, pero ya está comprobado que ocultar las cosas a otros no es la mejor manera.

—¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué tuviste que ir otra vez?

—Matthew me está acosando, Jessi. Ayer me envió una carta que tuve que entregarle a la policía hoy, más añadir a la declaración que él estuvo ahí cuando ocurrió todo e incluso vio lo que estaba pasando. Me asignarán una persona que me estará vigilando porque él está obsesionado conmigo y además nadie sabe donde está así que puede aparecerse en cualquier momento.

Vulnerables I: GIRASOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora