Girasoles

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Elena

Le había contado todo a la terapeuta.

Todo, sin excepciones, sin omitir nada, y fue duro, pero al final sentí como me liberaba y soltaba todo el peso invisible que tenía encima.

La doctora me extiende un pañuelo y lo tomo de inmediato para secar mis lágrimas.

—¿Cómo te sentiste en ese momento?

—Cuando todo pasó, no, cuando me enteré de lo que me habían hecho —rectifico —me quedé en shock. Pensé en el por qué me pasaban estas cosas, salí corriendo de la escuela y me fui a casa a encerrarme en mi habitación. Ahí fue donde pude llorar por horas sin que nadie se diera cuenta de lo que pasaba. Después llegó la vergüenza y el miedo de lo que dirían mis padres o si alguien más lo vería o sabría lo que había pasado.

»Mamá llegó, me vio en ese estado y me obligó a contarle todo, y después me mandó a la escuela como si nada, no me sentí apoyada por ella y volví a escaparme de la escuela para ir a ver a Daniel. La decepción fue en aumento cada que lo escuchaba hablar, me sentía dolida, usada y sucia, también una tonta. Me enteré de que Matthew estaba ahí y me pasé casi dos horas en el baño entre vómitos y ataques de ansiedad. Ya en casa se habían enterado de todo; hablé con mi mejor amigo en ese entonces y no me dejó contarle nada, y lo poco que le dije no me lo creyó. Estaba ciego como yo lo estuve también. Fueron a la delegación y presentaron cargos, Jessica casi mata a Daniel y eso me destrozó más; ver como mi hermana casi va presa por defenderme.

»Luego comencé a culpar a mi mamá de todo, no salía de mi cuarto y si iba a la escuela me encerraba en los baños para no tener que ver a Matthew a la cara. Mis tías y mi abuela hablaban conmigo todos los días, pero yo parecía estar ausente, me quería morir porque a cualquier lugar que miraba, pensaba que alguien sabía lo que me había pasado y me imaginaba lo que estarían pensando de mí. Después me internaron y dejé de comer, agonizaba a veces por ver tanto blanco y nada de sol. Jessica iba a verme a escondidas, mis padres no iban ni tampoco permitían que nadie más fuera. Me rendí a estar en ese lugar y hasta pensé que ahí estaría mejor, sin las miradas acusadoras de nadie. 

—¿Y como te sientes ahora?

—Es liberador soltar todo de una vez, incluso siento que —río — estoy respirando de nuevo después de tanto tiempo estancada en el mismo lugar, pero el miedo sigue ahí. —Muerdo mi labio inferior y por fin subo la mirada —. Y por más que intento ser fuerte y enfrentarlo siento que no puedo hacerlo.

—Pero ya llevas un avance. Vas avanzando poco a poco, Elena y estás tan enfocada en tus miedos y en lo que pueda pensar la gente de ti que no te has dado cuenta. Has hecho amigos ¿no es cierto?

Asiento apretando los labios.

—Y me imagino que los has mirado a los ojos sin sentirte nerviosa, te has sentido cómoda con ellos.

Asiento nuevamente. Aunque al principio puede que haya sido algo incómodo, después todo se dio normal.

Aunque con Leo siempre es incómodo porque siempre te pones nerviosa,Elena.

«No otra vez» —intento callar a mi conciencia cuando los recuerdos de Leo y yo besándonos invaden mi cabeza una vez más.

«Con Tony, Nevan y hasta con Kate, les he mantenido la mirada y no la he bajado por nervios, o molestia».

Mis ojos se abren con sorpresa al darme cuenta de lo que estaba pensando.

«Madre santa, sí que era un avance».

Vulnerables I: GIRASOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora