Matthew y Kate

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Jessica

Chris y yo acabamos de darle una paliza a Elena y a Cat en un videojuego de autos de carreras. Elena protesta, y lanza el mando a la cama, mientras mi hermano y yo festejamos bailando por toda la habitación.

Siempre que no está nadie en casa nos reunimos los cuatro en la habitación de Cat para pasar el rato juntos. Antes, Max se nos unía, pero ahora se volvió un idiota malcriado y lo quiero a mil millas lejos de Elena.

-¡No es justo, Jessica me entretuvo para que yo no llegara primero! -Cat nunca acepta su derrota.

-Oye mocosa -me hago la enfadada -. No levantes calumnias, si te desconcentraste por algo no fue mi culpa.

-¡Claro que lo fue! ¿Verdad Elena? -Frunce el ceño al ver que no contesta -. ¿Elena?

Los tres nos damos la vuelta para ver a mi hermanita observándose de espaldas en el espejo con una sonrisa radiante en el rostro. Chris se da cuenta de algo y jadea sorprendido.

-¡Jessi, Elena tiene otro tatuaje!

No. Puede. Ser.

Cat es más rápida que yo y se sube en el sofá cercano al espejo para verla mejor.

-¡Son girasoles otra vez, Jessi ven a ver!

Elena sonríe y no puedo evitar sentirme feliz al ver que se ha mirado al espejo y mantiene una sonrisa en el rostro. La última vez que la vi frente a un espejo lo hizo trizas, esto era un avance. Casi grité de felicidad esta tarde cuando la vi sin los lentes, Cat si lo hizo, Chris le dio un abrazo.

-Sis, está precioso.

-Gracias.

-Este sí mamá lo va a ver.

Asiento dándole la razón a Cat. Esta vez Elena no se va a librar de la furia de Elena Roland I. Todavía me extraña que no se haya dado cuenta del primero, con lo invasiva que es.

A Elena siempre le han gustado los tatuajes, los ve como obras de arte en la piel. De pequeña, ella y Max tenían una lista de todos los dibujos que se harían una vez fueran mayores. Max casi parece un libro ahora y ella...

Confieso que me molesté porque se tatuó sin permiso, pero aún más cuando me enteré de que Daniel se lo había prohibido. Literalmente, como si fuera su padre o alguien parecido. Eso a ella la molestó demasiado, pero después terminó por hacerle caso.

«Si no le gustan entonces debería dejar de hacerlo. Ya con uno es suficiente».

De lejos tuve que ver como mi hermana menor, quien se amaba por sobre todas las cosas era destruida por aquel chico. Daniel se aprovechó de que era alguien solitaria e inexperta para utilizarla para un único propósito.

Dios, aún siento arcadas cuando lo recuerdo.

Entonces vino lo otro... Aquella pesadilla que había destrozado a Elena por completo, y por la que casi termino en la cárcel. Sentí tanta rabia que casi mato al hijo de perra. Ver a mi hermana sin deseos de nada me dolió demasiado, no quería ver a nadie, no quería comer ni ir a la escuela, y nuestra madre no hacía nada. Solo obligarla a hablar y luego internarla como si estuviera mal de la cabeza. Pero solo le habían roto el corazón, y la habían desilusionado.

«Solo, no quiero estar en ningún lugar, Jessi. Quiero quedarme acostada en esta cama y si es posible no volver a salir afuera nunca más».

Eso me había dicho una de las veces en las que me había escapado para verla. Nuestra madre prohibió las visitas y papá le seguía el jueguito.

«Tienes que seguir adelante sis, tú eres fuerte, puedes volver a levantarte».

Vulnerables I: GIRASOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora