Castigo

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Leo

—¿A quien más le dijiste de esto Max?

—De la escuela, solo a Kate.

—¡Pero como se te ocurre confiar en Kate! —le grito pasándome la mano por la cara.

—¡Creí que era mi amiga! —responde con las lágrimas volviendo a salir.

—Oye, ya no llores. —No sé en que momento mi hermana llegó aquí al patio. Se sienta al lado de Max y coloca una mano en su hombro, consolándolo.

—¿Qué haces aquí Antonia? Ve para el salón —le ordeno. Chicos de otros salones miran a Max, y se están riendo —. ¿De que coño se ríen partida de imbéciles? —Camino hacia ellos con los puños cerrados, ellos dan varios pasos hacia atrás ya con caras de susto.

—Vete a la mierda Leo, tú no me mandas —Tony prácticamente me grita y la miro serio, me sostiene la mirada hasta que Max vuelve a hablar.

—Ya sé que no debí, pero realmente creí... Yo pensaba...

—En zorras como esa no se puede confiar —le dice Tony —.¿Qué no ves como trata a la gente? Se cree superior. —Chasquea la lengua —. Tanto peróxido le quemó las neuronas.

Eso hace reír a Max, aunque después vuelve a mirar la pantalla de su celular. Todo esto es una mierda. Esa chica es una mierda. No sé cual es la insistencia de juzgar a los demás cuando de seguro, en su vida hay mucha más porquería de la cual preocuparse. 

—Este lugar me está causando últimamente más alergia a las personas de la que ya podía tener antes —sigue hablando mi hermana quien parece que se ha comido un loro —. Esta escuela es un nido de víboras y la principal es esa rubia falsa. Un día, alguien la va a despertar de ese sueño estúpido en el que cree que puede pasar por encima de todos.

El timbre suena. Debemos regresar al salón y Max se niega a moverse de este banco. Tony sigue diciendo que ahorcará a Kate algún día, y en estos momentos no lo dudo porque está tan cabreada que se ha puesto roja.

Max sigue negándose a irse con nosotros y me cruzo de brazos contando hasta diez para no perder la paciencia.

—¿Cuál es el puto problema? —pregunto. Él sube la vista al igual que Tony —. Te gustan los chicos y las chicas ¿y? ¿Qué mierda le importa eso a los demás? Que se jodan los demás, que se compren una vida con todo el dinero que presumen.

Tony sonríe y se levanta del banco asintiendo, Max se seca las lágrimas.

—Te vas a levantar de este maldito banco y vas a caminar con la frente en alto porque te importan tres pitos la opinión de esta gente.

Asiente, pero no se levanta. Maldigo por lo bajo y lo agarro del cuello de la camisa haciendo que se ponga de pie.

—Vamos, Max. 

Los dos caminan conmigo por los pasillos. La gente murmura y yo los miro con el asco que me causan por ser una banda de hipócritas chismosos.

—¿Ahora te respaldan los vagabundos Max? —Uno de los amiguitos de Matthew se atreve a  burlarse.

Aprieto la mandíbula conteniéndome para no estrellarle la cabeza contra un casillero.

—¿Quieres que la vagabunda te vuelva a dejar en el suelo, imbécil? —lo amenaza Tony y no sé de que carajos está hablando.

Nos encontramos con Elena en el pasillo, está en el casillero de Max, limpiando algo. Tony la llama y está tan concentrada en lo que hace que da un salto y luego intenta cubrir el casillero de su primo.

Vulnerables I: GIRASOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora