Capítulo dieciocho

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Diciembre 22, 2018.

Lucas me dio una fuerte palmada en la espalda, tan fuerte que me dolió. Estaba comiendo una magdalena cuando una boludez que él hizo me dio tanta risa que comencé a toser. Recuperé el aire en pocos minutos. Por suerte nadie nos estaba viendo porque el salón estaba vacío. Nosotros habíamos llegado temprano porque era la fiesta de quince de Lola.

—Chicos —nos advirtió Lucinda, la mamá de Lucas. —Compórtense.

—Perdón señora Di Bianco.

—Perdón mami.

Nos comenzamos a tentar cuando se fue. Éramos bastante inmaduros para tener dieciocho años, pero era normal porque hace poco los habíamos cumplido los dos. Lucas estiró su brazo sobre mi hombro para acercar su boca a mi oído.

—No tomes mucho que sos el novio. Lolita no te puede ver en estado de ebriedad.

—Entonces vos tampoco lo hagas.

—¿Sabías que los padres no pueden tomar? Los de una iglesia, los curas o párrocos.

—Si sé que es un padre.

—Y cómo el padre de esta boda, no puedo tomar, y menos el novio.

La temática que Lola había elegido para sus quince era particular, pero original. Todo estaba decorado para que pareciera una boda. Lola sería la novia, Lucas el padre y me tocó ser a mí el novio. Ninguno de los compañeros de ella quiso serlo, por eso no tuve problema en tomar ese lugar. Era como un juego.

—Lolita eligió un vestido de boda blanco muy hermoso.

Las últimas semanas cuando iba de visita a la casa de Lucas, Lola escondía el vestido antes que llegara como si fuera un novio real. Se me hacía tierno y por eso nunca dije nada.

—¿A sí?

—Sí, cuando la recibas en el altar la vas a ver. Tampoco se lo vi puesto porque mamá me echaba de la habitación cuando se lo probaba.

—¿Y cuando viene?

Los invitados estaban comenzando a llegar, pero no eran muchos.

—No sé, pero va a tardar porque tiene que hacer su gran entrada.

—¿Y si vamos a la cocina a sacar una botella de cerveza?

—No, Rodrigo. Si mis viejos se enteran…

—Solo una.

Lucas miro hacía un lado, donde estaba el arco con globos blancos. La señora Di Bianco estaba saludando a los invitados y haciéndoles firmar el libro que tenía en la tapa una foto de Lola en un jardín lleno de flores con un vestido marrón que decía: “mis quince años”. También me habían hecho firmarlo y escribí algo simple: “feliz cumpleaños a mi flor favorita, Dolores Di Bianco Romero”. No se me había ocurrido algo mejor.

—Bueno, pero si mis viejos se enteran te juro que…no sé, algo se me va a ocurrir.

—Vamos.

Nos levantamos de la mesa con mantel blanco para entrar a la cocina donde estaban preparando un asado. Fuimos a la otra habitación donde estaba la heladera y la abrimos. Estaba llena de alcohol, gaseosa y agua. Lucas sacó dos botellas pequeñas cerveza y me paso una.

—¿Y si las tomamos afuera? —sugirió Lucky, señalando con la mirada la puerta.

—Dale.

EL salón que habían alquilado los padres de Lucas era enorme. No esperaba menos porque era una familia con mucha plata. Ni siquiera el cumpleaños de Lucas fue tan ostentoso, pero entendía que los dieciocho no se compraba con un quince.

Lola, Lola ; Rodrigo Carrera, CarreraaaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora