Capítulo 57

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Noviembre 20, 2022.

Iván

Levanté un poco la cabeza, sintiendo aún más las gotas de lluvia mojarme la cara. La gente a mi alrededor caminaba tranquilamente debajo de sus paraguas y por un segundo me sentí un bicho raro, ahí parado en medio de la vereda empapándome por la lluvia. Seguí caminando sin ningún rumbo fijo. La cabeza la tenía en cualquier lado, específicamente en él.

—¿Después de lo que paso entre nosotros somos amigos?

Su voz preguntándome eso resonaba en mi cabeza. Después de que nos fuéramos del hospital ese día en que Germán nos dijo que supuestamente Rodrigo despertó –pero solo había sido un reflejo-, Lucas no me dirigió la palabra. Sabía que él estaba decepcionado, que esperaba más de mi cuando pregunto si éramos amigos. Lo que no esperaba era que volviera a preguntarlo ese mismo día en la noche y menos lo que paso después.

—Te lo dejé bien en claro —le contesté, mirando atento el pasillo por si aparecía Lolita.

—Ni siquiera me contestaste.

—Lo que paso entre nosotros no significo nada.

—Para mí significó todo, Iván.

La piel se me volvió a poner de gallina como en ese momento. Después de que él me dijo eso me agarró de la mano y la otra sentí subiendo por mi espalda hasta llegar a hacia atrás mi cabeza, enredando sus dedos en mi pelo. Cerré los ojos, dejándome llevar por su tacto.

—Sé que también lo significo para vos.

No conteste. Mi corazón comenzó a la latir más rápido de lo normal.

—¿No vas a negármelo?

Un suspiró salió de mi boca. Me gustaría que se callara y que simplemente siguiéramos siendo nosotros sin etiquetas porque si él quería que pusiera una a iba a arruinar todo lo que teníamos.

—¿Por qué cerras tus ojos como si quisieras que te besara?

Me soltó, pero mantuve los ojos cerrados. El aire lo sentía más pesado, intenso.

—Los amigos no se besan, Iván.

—Algunos sí.

—Picos, los amigos se dan picos.

Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo al sentir sus cálidas manos bajo mi remera. Dios santo.

—¿Lucas que estás...?

—¿Querés que te de un pico?

Asentí con la cabeza de manera inconsciente. No estaba en mis sentidos en ese momento exacto, era como si él me hubiera embriagado. Sus labios tocaron los míos solo por un segundo pero un segundo basto para encender mi cuerpo.

—Haría más, pero solo amigos —dijo en tono de falsa lastima, separándose por completo de mí. Abrí los ojos, encontrándome con que él tenía una expresión divertida en la cara como si le divirtiera provocarme.

—¿Por qué haces esto?

—¿Hacer qué, Iván?

—Provocarme.

Me miro como si hubiera dicho una locura.

—¿Te estoy provocando?

—No te hagas el boludo.

Lucas sonrió y se sentó en el sillón que justo estaba atrás suyo.

—Por lo que veo te gusto.

Sabía bien a que se refería y no podía negarlo. Me miro los pantalones, específicamente ahí.

Lola, Lola ; Rodrigo Carrera, CarreraaaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora