Capítulo 43

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Esperaba que Lucas no se enterara de esto. Lola me había traído a la casa de sus padres -si así se le podía llamar a la mansión-, y fuimos directamente al despacho de Ernest, el papá de Lucas y Lola. Ella se acercó al escritorio para abrir un cajón y sacó una carpeta enorme. Me acerqué a mirar que había: fechas de grabación de la cámara de seguridad y el número del archivo en la computadora.

—¿Querés que ponga la grabación de ese día? —me pregunto Lola, encendiendo el CPU.

—Eso fue hace mucho tiempo. No recuerdo la fecha y tardaríamos días en encontrar esa grabación. No tenemos tiempo, nuestro vuelo sale a la noche.

—2 de marzo de 2017.

—¿Eh?

—Ese día fue el UPD. Lo recuerdo porque las chicas con las que Lucas y vos vinieron me pidieron protección, les di el botiquín, pero no había más curitas y entonces les di plata para que las compraran —ella hizo una mueca. —Y después una de ellas vomito mis botas para la lluvia que estaban junto a la puerta de entrada.

Esperaba que Lola no haya visto esa grabación completa.

—¿Viste algo más que a mi besándole el cuello a esa mina?

—No porque padre dijo que no miré.

—¿Tu papá vio la grabación?

—Padre revisa las grabaciones a fin de mes para ver que todo está en orden.

¿Entonces todo este tiempo él sabía que Lucas y yo llevábamos minas a su casa? Porque no lo hicimos una vez y además tomabamos siendo menores, pero no sabía que había cámaras de seguridad. No me sorprendería que el pelotudo de Lucas lo olvidara.

—Lo encontré

—No, Lola, no lo pongas...

La grabación comenzó a reproducirse. Lucas abrió la puerta con una sonrisa torcida, estaba borracho. En una de sus manos había una botella cortada con fernet, pero antes de tomar eso recuerdo que tomo de un tacho con diferentes tipos de alcohol mezclado y yo también le hice. Entonces pausé la grabación justo cuando aparecí besándome con una mina que ni recuerdo si la conocía antes.

—No quiero que veas el resto de la grabación, Lola, Lola.

—Solo se dieron besos.

No fueron solo eso, pero no se lo iba a decir.

—Yo quiero que me des uno de esos en el cuello.

—No.

—¿Por qué no?

¿Y si me zarpaba? Tenía miedo de no poder controlarme con ella. Puede ser que Lola pensara solo sea un simple beso como lo es la mejilla o en frente, pero no lo era. Eso era ir más allá.

—Porque no quiero tocarte mucho sin que lo quieras vos.

—Yo si quiero. Tenés mi permiso.

—Nunca haría algo sin tu permiso.

Siempre le pregunta por el más mínimo acercamiento porque necesitaba saber que estaba de acuerdo. No importaba si solo quería tocarle un mechón de su cabello, se lo preguntaba antes y si un día me decía que no nunca sería un problema. Entendía bien que no le gustaba el contacto y que también era ignorante sobre que más podían hacer dos personas solas.

—¿Te puedo besar ahí? —me pregunto, dejándome sin palabras. Le quería decir que no, pero en realidad deseaba que lo hiciera. Me parecía que de esa forma no perdería el control y mi boca terminaría en cualquier otra parte.

Le asentí con la cabeza.

Lola se levantó de la silla y me agarro del brazo, tirando de mi hacia afuera del despacho.

—¿A dónde me estas llevando, amor?

—A mi cuarto.

—¡¿A dónde?!

—A mi cuarto —repitió, subiendo el primer escalón.

—No creo que sea una buena idea, Lolita.

Era una mala idea.

—A mí sí.

—¿Y si adentro está sucio? porque hace mucho que no venís a tu casa.

—Nuestras mucamas limpian la casa cuando no estamos.

¿Cómo no me acorde de eso? Tenía que evitar esto, si es que podía hacerlo porque cuando la miraba se me olvidaba de todo, además de que estaba tocándome el brazo más de lo que ella tocaba a alguien. Por un segundo olvide donde estaba parado al darme cuenta de eso último.

—¿Rodrigo?

Mi mirada fue unos segundos hacia ella para después pasarla hacia las paredes color violeta con una tira de estampado de flores en el medio. No había entrado acá nunca antes. Había un escritorio blanco donde estaba su setup del mismo color, una televisión enorme colgada en la pared, un mueble de tres divisiones, cuadros en cajas, libros, peluches y por ultimo su cama de dos plazas con una cortina trasparente de color fucsia que la cubría.

—Sentate en la cama, Rodrigo.

Me senté en la cama, mirándola nervioso. Lola se acercó, se subió para sentarse a mi lado y me dio un corto beso en los labios.

—¿Tengo tu permiso de hacerte lo que quiera, Rodrigo?

—Sí...

Cerré los ojos al sentir sus labios sobre mi cuello e intenté no soltar su nombre. Esto me gustaba. Me estaba volviendo loco por más. Tenía unas enormes ganas de dejarme llevar, pero no lo hice. Me separé un poco de ella y la besé en la boca de manera lenta y delicada.

—Te amo Lola, Lola.

Lola sonrió con las mejillas coloradas. Me parece que iba a decir algo, pero no la dejé hablar porque hice lo ella quería desde el principio. La besé en el cuello y de su boca salió mi nombre de una manera que no me imagina que iba a escuchar antes.

Lola, Lola ; Rodrigo Carrera, CarreraaaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora