Capítulo 58

749 73 14
                                    

Diciembre 2, 2022.

Los documentales de pingüinos son aburridísimos. No sabía como Bautista podía mirárselos completos con Lola. Bueno, tal vez es por amor porque también por eso las estaba viendo con ella ahora, sentado a su lado en el sillón del departamento de Lucas. Él no estaba. Se había ido con su novia a pasar la noche en quién sabe donde y antes de que se fuera quería que Iván cuidara a Lola porque no confiaba en que yo no iba a hacer nada con su hermana. Por suerte Emilia lo convenció de que no iba a pasar nada entre nosotros porque éramos ex y me terminó dejando que me quedara cuidando a Lola.

—¿Rodrigo? —dijo Lola, llamando mi atención.

Miré que en la pantalla salían los créditos. La película -La marcha de los Pingüinos- se había terminado.

—¿Sí, Lola, Lola?

—Tengo sueño.

La verdad que también tenía sueño y tuve mucha fuerza de voluntad para no dormirme en medio de la película.

—Bueno, anda a dormir a tranquila.

—Quiero que vengas conmigo.

—¿Eh?

—Quiero que vengas conmigo —repitió, con las mejillas coloradas.

—¿A dónde?

—A mi cama.

—¿Eh?

—Quiero que vengas conmigo a dormir a mi cama, Rodrigo.

Tenía que decir que no pero cuando abrí la boca para contestar dije otra cosa.

—Sí quiero ir con vos.

No daba que estando separamos durmamos en la misma cama, ¿o sí daba? Ibamos solo a dormir. Era tarde para retractarse y tampoco quería hacerlo. Lola sonrió y se levanto del sillón, dándome la espalda. Tenia un pijama de pingüinos, pero aún así me gustaba como le quedaba. Todo le quedaba bien y me hacía no poder dejar de mirarla, no poder dejar de pensar lo linda que está.

—Rodrigo vamos —me hizo un gesto con la mano para la acompañara.

Me levanté del sillón para seguirla hasta su cuarto. Mi corazón latió con más fuerza cuando cerré la puerta. Creo que era mejor que esté abierta. Estaba por hacerlo pero ella me interrumpió.

—La puerta cerrada.

La mano la tenía a unos centímetros de la manija. Sentía que si no la abría algo iba a pasar y si pasaba no me creía capaz de detenerme.

Solo vamos a dormir.

Solo vamos a dormir.

Solo vamos a…

—¿Rodrigo? —me llamó.

—Sí.

Terminé alejando la mano de la puerta y me di la vuelta para verla. Ella estaba en su cama, acostada debajo del acolchado de flores.

—¿Por qué estás temblando? —me pregunto ella.

—¿Estoy temblando?

No me había dado cuenta de que lo estaba haciendo.

—Sí, estás temblando. Tenés frío.

—Sí, tengo frío —mentí.

—Mis acolchados son cálidos.

Me quedé ahí, mirándola como si fuera a atacarme en cualquier momento.

—Rodrigo acóstate.

Tímidamente me acerqué a ella para acostarme a su lado en la cama. No era la primera vez que solo dormíamos pero me sentía nervioso. Medio minuto después de apoyar mi cabeza sobre la almohada y estar mirando el techo, me volteé hacía ella. Me estaba mirando -directamente- con un brillo en sus ojos.

Lola, Lola ; Rodrigo Carrera, CarreraaaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora