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Me siento en el sofá y antes de poder abrir el libro, la pantalla iluminada del teléfono móvil capta mi atención. En ella aparece el nombre de mi mejor amiga y en seguida deslizo el dedo por la pantalla de izquierda a derecha para descolgar la llamada.

– Hola guapa! ¿Te has enterado de que Nora monta una fiesta en su casa esta misma noche? – Así es ella, siempre directa al grano.

– Pues la verdad no tenía ni idea –

– Pues se ve que sus padres se han ido al pueblo de su madre a pasar el finde y Nora y su hermano se han quedado. ¿Vamos a ir verdad? – Arrugo un poco la nariz ante la propuesta.

– La verdad no es que me haga mucha ilusión, ya sabes que Nora y yo... – Pero ella finge no haberme escuchado y continúa hablándome de la fiesta de Nora y de lo maravillosa que será.

Nora es una chica de mi edad que parece estar interesada en mi hermano, no me llevo bien con ella porque siempre me ha dado la sensación de que sobreactúa para llamar la atención de todo el mundo y que vaya detrás de mi hermano me resulta irritante.

– Venga Cris, dime que sí. Marta y Lucia ya me han dicho que seguro que van. Además, va a ir mucha gente, ya verás que ni te cruzas con Nora.

– No se...–

– Hace tiempo que no salimos, y esta noche va a hacer un tiempo espectacular, lo he visto en las noticias. – Me asegura ella.

– Bueno supongo que podría hacer un pequeño esfuerzo – Digo intentando sonar aburrida.

– Genial. ¿Te apetece quedar y nos preparamos juntas? – Me responde rápidamente como si le diese miedo que por tardar en reaccionar cambiase de opinión.

– Vale, vente a mi casa a comer y luego nos cambiamos si quieres.

– Ahí estaré. – Y con un grito de celebración se despide y cuelga.

Lorena es mi mejor amiga desde 4to de primaria. Siempre me acordaré del día en el que nos conocimos. Ni siquiera íbamos al mismo grupo de clases, pero un día dio la casualidad de que nos castigasen a las dos y empezamos a hablar.

– A ti porque te han castigado? – Me dijo con su ceño fruncido, se notaba que estaba realmente enfadada.

– Le he pegado una patada a mi hermano y a su amigo – Le respondí yo encogiéndome de brazos.

– Mola yo le he roto el lápiz a uno de mi clase porque me estaba persiguiendo con las tijeras. –

Después de ese encuentro pasamos juntas todos los patios siguientes. Cuando pasamos de la educación primaria a la secundaria tuvimos suerte y nos pusieron en la misma clase y nos hicimos inseparables y a pesar de haber tenido alguna que otra pelea, nunca hemos estado más de 12 horas sin poder hablarnos.

Con Lorena no me hace falta hablar. Una sola mirada es suficiente para entendernos.

Después de leer un rato me levanto del sofá para ir al baño, levanto la mano y antes de que pueda siquiera tocar el pomo, alguien lo hace por mi desde la de dentro.

Me sobresalto un poco, y aparece el rostro del mejor amigo de mi hermano frente mí.

Adrián y Lucas se conocieron cuando ambos se apuntaron al equipo de básquet, congeniaron enseguida y nuestros padres también se hicieron amigos.

Poco tiempo después de conocernos le cogió el gusto a molestarme constantemente.

– Que niña más pesada. – Dice cruzándose de brazos frente a mí.

Estamos separados por el umbral de la puerta, lo que supone menos de medio metro y varios átomos de aire.

Es casi igual de alto que mi hermano por lo que tengo que levantar el mentón para mirarlo directamente a sus ojos color marrón.

– Porque no desapareces y te vas a tu casa? – Le digo clavando mis ojos en los suyos como si así pudiese lanzarle cuchillos. – Aquí no eres bienvenido. – Añado desafiante.

– Ah no? Qué lástima que me haya invitado tu hermano – Me responde él dejando caer uno de sus brazos a un lado y apoyando el antebrazo del otro en el marco lateral de la puerta.

– No nunca lo has sido, y nunca lo serás – Mi mirada no se ablanda, si no que al decir estas palabras se intensifican el odio y la rabia que siento hacia él.

Tras mis palabras, Adrián se inclina hacia adelante acortando la distancia física entre los dos. Ahora la diferencia de altura es notable. Me saca casi una cabeza y tengo que levantar aún más la barbilla para sostener su burlona mirada.

– Menos mal que me importa una mierda – dice sonriendo con suficiencia.

– Desaparece de mi vista, ¿Quieres? – No puedo con él y con esa sonrisa de idiota. Me dan ganas de pegarle un puñetazo en la mandíbula.

– Nada me daría más placer que no volverte a ver. – Seguimos igual de cerca.

Ninguno de los dos se ha movido, pero hasta este momento no me doy cuenta de que tengo su cara a menos de 15 centímetros.

Se me revuelve el estómago y siento algo parecido a las náuseas. Aunque tampoco me importaría vomitarle encima, decido que es mejor solucionar esta situación con urgencia.

– Agg, que asco me das, no te soporto – Y levanto los brazos para empujarlo con rabia y todo lo lejos de mí que puedo.

Nunca hemos hecho un pulso, pero se ve a simple vista que él es bastante más fuerte que yo. Por suerte lo he pillado por sorpresa y consigo obligarlo a retroceder acabando de nuevo en el interior del cuarto de baño.

Pienso rápido y cojo del pomo con la mano izquierda cerrando de un portazo y apago la luz, que está oportunamente por fuera, con la mano derecha. Clavo los pies y empujo el manillar con todas mis fuerzas hacia arriba para bloquearlo.

Noto, desde fuera como Adrián forcejea intentando bajarlo para abrir. Lo escucho maldecirme y golpear la puerta desde el otro lado y siento el cosquilleo de la adrenalina recorriéndome todo el cuerpo. Se me comienza a cansar el cuerpo y me separo de golpe de la puerta y dejó que Adrián salga.

Mis pies no se mueven del sitio y mis ojos se clavan en el rostro de Adrián y todo lo que podría haberle dicho en ese instante se esfuma al ver cómo se sacude su pecho.

Sube y baja a un ritmo acelerado y parece tener los ojos rojos, o tal vez llorosos. Los mismos que parecen a punto de saltar de su propia cara para estamparse en la mía.

Sin decir nada da un paso acercándose a mí y sale del baño, me da la espalda y comienza a alejarse de mí.

Entro en el baño con pies de plomo mientras trato de asimilar lo que acaba de pasar sin éxito.

Mil Razones Para Olvidar ( Mil Razones 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora