Me seco el pelo con cuidado mientras me observo en el espejo. He perdido color en la cara, tengo los labios un poco cortados y los ojos hinchados de llorar en la ducha.
Salgo del baño y bajo a la cocina. El olor a sopa hace rugir mi estómago. Veo a Adrián de espaldas a mí, removiendo una olla con una cuchara.
Cuando me ve no dice nada y se lo agradezco.
Sirve dos platos hondos con la sopa que acaba de cocinar y me ofrece uno de ellos. Me da rabia admitirlo, pero a Adrián se le da excesivamente bien la cocina. Se me hace la boca agua y no tardo en aceptar su propuesta.
– Que es lo que te ha pasado para que estés así Cristina? –
– Me han dejado plantada. – Digo sin siquiera intentar huir de la realidad.
Intento sonar indiferente dando una cucharada a mi plato y veo que Adrián arruga las cejas.
– No tienes buen ojo con los hombres... ¿Quién ha sido, el pelirrojo o el nadador? –
No digo nada y me limito a seguir comiendo.
– Te avisé de que no eran buenos para ti. –
– Y tú que sabrás sobre lo que es bueno o no para mí? –
– No se trata de ti, se trata de ellos... No son buenos para nadie. –
– Es molesto ¿sabes? Que finjas que te importa cualquier cosa que me pueda pasar cuando me odias más que cualquier otra persona en este planeta. – Le digo soltando de golpe la cuchara contra el plato.
Adrián se pone tenso y deja con cuidado su cuchara. Me mira a los ojos con la misma intensidad a la que me tiene acostumbrada.
– Eres la hermana de mi mejor amigo, es normal que me preocupe al menos un poco. –
– Lo que no es normal es como te comportas conmigo pareces bipolar. –
Adrián carraspea y veo como aprieta su mandíbula.
– Cris creo que no te encuentras bien. Será mejor que me vaya. –
Adrián está de pie dándome ya la espalda a punto de salir por la puerta de mi casa.
– No vuelvas a fingir que te importo. –
– Eso es lo que te gustaría decirle al pelirrojo no? ¿O ha sido Ethan? Pero como a ellos no se lo puedes decir porque te han dejado plantada me lo dices a mí, que ido al puto centro a recogerte.
Las lágrimas caen de manera descontrolada por mis mejillas y consigo articular dos palabras.
– Te odio. –
– Me odias a mí, pero deberías odiar a la persona que te ha hecho estar así, que tienes los ojos tan hinchados que no los puedes ni abrir.
– Una razón tengo para odiar a Raúl, pero tengo mil razones para odiarte a ti con todas las putas bromas pesadas que me has gastado desde que me conoces. –
Veo como la respiración de Adrián también se ha acelerado. Me mira con rabia y dolor.
– Entonces ódiame. –
Y Adrián se pone la chaqueta y se va. Me dejo caer en el suelo intentando controlar la respiración.
Escucho como se enciende el motor de un coche y luego como el mismo se aleja de mi casa.
Mis pulmones luchan por coger oxígeno.
ESTÁS LEYENDO
Mil Razones Para Olvidar ( Mil Razones 1)
RomanceCristina lleva una vida normal y tranquila, pero unas fotos lo cambiarán todo... Tendrá que aprender a gestionar su nuevo estilo de vida mientras trata de decidir qué pasos dar para acercarse al futuro que ella quiere mientras navega en un mar de...