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Estoy a punto de decirle a mi madre algo cuando escucho que alguien toca a la puerta. Sin esperar respuesta, un chico pasa al interior y nos sirve en una bandejita el té rojo y el agua con gas.

Mi vaso lleva tres hielos y una rodaja de lima. Me recuerda al barman de la fiesta de Nico y Nora. Y dedico un segundo a pensar en el tratando de ignorar los nervios de mi estómago que se han intensificado. A lo mejor ni siquiera recordaba mi nombre y no sabe quién soy. A lo mejor solo se aburría y por eso me dio el teléfono.

Mi madre me toca el brazo y esfumando mis pensamientos me devuelve a la vida real, y mirándome a los ojos me aconseja.

– No sobre pienses. Hoy no tenemos que hablar, hoy solo tenemos que escuchar lo que nos dicen. Puedes estar tranquila. Y si no estás seguro de decir algo no lo digas. –

– Dicho así... - y mi madre y yo nos sonreímos.

Estoy un poco nerviosa y como no sé qué hacer me repaso el brillo de labios. No quiero mirar el móvil hasta acabar la reunión. Quiero estar concentrada en lo que nos tienen que decir. El chico que nos ha traído antes las bebidas nos trae tres sándwiches. También deja una taza de café con crema delante de nosotras, pero al otro lado de la mesa, supongo que es donde se sentará la CEO de la empresa. Espero que no me dé ganas de eructar cuando llegue la chica que tiene que hablar con nosotras. Se va y enseguida entra una chica, parece un poco más mayor que mi madre. Mi madre se levanta y yo la imito.

– Buenas tardes, soy Selena – Saluda a mi madre que también se presenta y luego pone su atención en mí. – Tú debes de ser Cristina Campos. – Yo asiento con la cabeza y nos damos un apretón de manos. – Por favor tomad asiento.

Es una mujer de mirada penetrante, morena con mechas más claras en el pelo. Me recuerda a Rachel la de Friends. Lleva unos pantalones de traje de color azul marino con rayas blancas muy finas que van de arriba abajo a juego con la chaqueta del traje y bajo la chaqueta una camiseta del mismo tono de azul.

Nos acomodamos en los asientos de terciopelo y enseguida se rompe el silencio.

– Bien – Es Selena la que toma la iniciativa y va directa al grano. – Saben por qué están aquí? –

Espero a que responda mi madre y la miro, pero ella me está mirando a mí. Mierda, me están mirando las dos. Mi cerebro entra en crisis y reacciono hablo de manera apresurada.

– Eh... porque usé el vestido de vuestra marca para un... eh para un evento? –

– Algo así. – Selena sonríe y nos da la espalda para alcanzar desde su asiento un mando de televisión.

La pantalla en cuestión debe de haberles costado una fortuna, solo he visto pantallas de este tipo en los rodajes de mis padres, de esas que son de altísima definición de pantalla fina y tan grande que para verla bien tienes que alejarte.

Cuando el monitor se enciende aparecen mis fotos ocupando la pantalla completa. No puedo apartar la vista de la pantalla, creo que no he ni pestañeado y por poco me quedo sin aire.

Percibo que mi madre está mirándome de nuevo, esta vez para ver como reacciono, pero yo miro a Selena con los ojos muy abiertos. Ella sonríe.

– Qué... qué es eso? – No sé si estoy roja de la vergüenza o blanca del susto.

– Eres tú obviamente. – Selena sigue sonriendo. – Cristina, seré directa... – Trago saliva y ella continúa hablando. – Queremos que seas el icono de Lux. –

– Perdón? - No me creo nada de lo que escucho. Debo de haber escuchado mal. ¿Cuánto hace que no me limpio la cera de los oídos? ¿Tendré un tapón?

Mil Razones Para Olvidar ( Mil Razones 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora