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Llego a casa después de una sesión de fotos con Lux. Me cambio rápidamente de ropa. Quedan exactamente seis días para el desfile de la marca y casi no se puede ni respirar en el ambiente cargado de nervios de la empresa.

Me decido por una minifalda negra con corte de tipo A con pliegues y unas medias que me cubren todas las piernas de un sutil color negro, casi transparentes. Y calzada con mis leales converse negras de bota que me he dignado a limpiar esta vez y están casi como nuevas. En la parte de arriba llevo una camiseta básica blanca que no se ve ya que encima llevo una sudadera básica sin capucha de color gris claro.

Cuando termino me perfumo el cuello y me coloco en el hombro el bolso que he estado llevando estos días ya que al ser grande me resulta más útil para ir y venir de las oficinas. Es un bolso de Prada estilo hobo de cuero negro.

Lucas está sentado encima de mi cama y estudia descaradamente mis últimos bocetos mientras espera a que termine de prepararme.

Mi hermano lleva unos vaqueros de un gris oscuro y una sudadera parecida a la mía, pero en negro. Las zapatillas son unas Nike dunk en color blanco y gris y una riñonera del Pull and Bear de color negro.

Me pongo de pie esperando a que Lucas me imite y salimos juntos para avisar a nuestros padres de que ya estamos listos.

Mis padres bajan juntos las escaleras, mi madre lleva un vestido de cuello vuelto que le queda por encima de las rodillas de color blanco roto combinado con unas botas negras altas que le llegan justo por debajo de las rodillas, un abrigo largo color beige y unas ondas en el pelo maquilla de forma muy suave. Mi padre lleva unos vaqueros oscuros unas zapatillas parecidas a las de mi hermano y una sudadera de color verde bosque combinada con un abrigo largo de color negro.

Nos subimos los cuatro al coche y mi padre lo arranca, de camino al cine comenzamos a discutir sobre qué peli ver, pero yo sigo pendiente del móvil para ver si encuentro noticias de Raúl.

Me concentro en mirar el paisaje urbano a través de mi ventana, la proximidad del desfile hace que no pueda dejar de pensar en el sprint que ha dado mi vida desde que acepté el trato de Selena con su marca. Tengo el tiempo contado y un horario inflexible, aun me estoy acostumbrando y doy pasos inseguros, aunque acompañada de mi madre todo parece ir bien, aun así, incluso sin tener tiempo libre para quedar con mis amigos en todos los planes que hacen o teniendo que disminuir los días de entrenamiento no me siento incomoda con el ritmo que llevo. Supongo que le estoy cogiendo el gusto.

Cuando me pongo a pensar en este cambio siempre llego a los mismos dos extremos, lo único peor, es la falta de tiempo para escaparme y dar una vuelta con Lorena o alguna vez con Raúl... Lo mejor de todo es que pasar más tiempo con mi madre y hablar del oficio al que se dedica nos ha acercado más todavía, incluso para enseñarle algunos bocetos de diseños que he ido haciendo.

También he conocido a gente maravillosa y agradable en el equipo de Lux, donde están todos con los últimos preparativos para el lanzamiento de la marca. Según lo que se por mi madre, después del desfile vienen la apertura de la página web para todo el público, las fotos para el catálogo online, los anuncios para las promociones, más eventos... Y ya no sé qué más.

Cuando llegamos mis padres y mi hermano se han puesto de acuerdo y después de comprar las entradas nos dirigen a una de las salas.

Después de la película nos dirigimos al restaurante italiano al que siempre solemos ir después de una sesión de cine, mientras vuelvo a conectar el móvil a internet para revisar si durante la película me ha llegado algún mensaje importante. Nada.

El camarero de un restaurante elegante nos acompaña a una mesa situada al final del salón, pero centrada, observo a mi alrededor, están casi todas las mesas ocupadas, junto a la nuestra hay una familia con dos nenes pequeños que intentan dibujar en una libreta con la ayuda de sus padres, al otro lado una pareja que hablan mientras espera a sus primeros platos cogidos de la mano...

Cuando llegamos a casa por fin me llega la notificación que llevaba horas esperando.

'' Te puedo llamar?''

Esas tres palabras resuenan en mi cabeza y se me encoje el pecho. Noto el sudor en mis manos y trago saliva intentando deshacer el nudo de mi garganta.

Respiro cogiendo todo el aire que mis pulmones son capaces de inspirar y como respuesta le llamo.

– Hola? –

– Hola Cris. ¿Qué tal la semana? –

– Todo bien, ¿y tú? –

– La verdad que muy bien, pero llevo todo el día pensando en cómo la podría mejorar aún más y por fin se me ha ocurrido cómo pasar este maravilloso domingo. –

– ¿Y se puede saber o es secreto nacional? –

– Que te parece si nos vemos mañana y te lo cuento? –

– Mañana? –

– Que tal a las seis de la tarde? –

– Eh bueno, supongo que puedo escaparme un rato. –

– Genial. ¿Nos vemos en la plaza principal? –

– Vale. –

– Buenas noches, Cristina. –

– Buenas noches, Raúl. –

Me desmaquillo cuidadosamente y después me meto en la cama, aunque se de sobra que voy a tardar un montón en dormirme. Raúl al final ha conseguido despertar mariposas en mi interior. Y la idea de que quiera quedar para vernos las hace revolotear.

Tengo ganas de contárselo a Lorena y a las chicas, e imaginarme sus reacciones no ayuda a calmar mis nervios.

No puedo borrar la sonrisa que se ha adueñado de mi expresión facial. ¿Realmente es el sentimiento que describen mis escritores favoritos? ¿Es aquello que llaman amor?

Mil Razones Para Olvidar ( Mil Razones 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora