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Me despierto. Son las 14.30 pm, miro a Lorena, que al final se quedó a dormir. Tengo los mensajes de buenas noches de mis padres, respondieron a las 6.30, a las 6.15 les mandé el mensaje. ¿Estuvieron despiertos hasta que avisamos de estar en casa?

Apago la pantalla del móvil. Me estiro en mi cama. Y noto el rugido de mi estómago. Me levanto con sigilo para no despertar a Lorena y me meto en la ducha. Cuando salgo me doy cuenta de que no he traído ropa. Me enrollo la toalla y voy hasta mi cuarto.

Me visto allí, me pongo un pantalón de chándal largo y una sudadera de mi hermano que ya tenía en mi armario. Lorena sigue dormida.

Me bajo a la cocina y me cruzo con Adrián. Me mira y está a punto de decir algo, pero al final finge que no me ve. Lo observo desde la entrada, está haciendo el desayuno. Me apoyo en el marco de la puerta.

– Creo que podríamos intentar ser amigos. – No me creo que hay dicho lo que acabo de decir.

Me pegaría a mí misma de bofetones en este preciso instante por soltar tal tontería. Él por su parte, frena en seco cualquier movimiento y me mira con intensidad, directamente a los ojos, ni bien ni mal, solo intenso.

Por un momento siento que de la tensión hay ahora mismo entre nuestras pupilas el tiempo se detiene, hasta que al final rompe el silencio, y con ello nuestro contacto visual.

– No – Y sigue con lo que estaba haciendo.

– Qué? –

– He dicho que no. ¿Acaso estás sorda? – No deja de hacer sus cosas y siento que quiere ignorarme.

– ¿Por qué? ¿De verdad no quieres ni intentarlo? – Me frustra, solo porque es mejor amigo de mi hermano y compartimos clase y grupo de amigos.

Me lo quedo mirando en silencio, no hay respuesta por su parte y sigue cortando alimentos. Vuelvo a la carga.

– No vas a decir nada? –

– Porque me caes mal, no te soporto. – Y sus palabras me afectan, pero trato de ocultarlo.

– Pues eres tú el que está en mi casa. – Le respondo con los brazos cruzados.

– Vete con Ethan – Dice con desdén, le miro con cara de idiota, como si eso fuese una respuesta suficientemente informativa.

– Paso de ti – Le digo dándole la espalda dando la conversación por terminada.

Cuando llego al cuarto Lorena ya se ha despertado y aprovecho para desahogarme. Le cuento lo de Adrián y después comentamos cotilleos que circulaban anoche por la fiesta.

Al cabo del rato Lucas se asoma a la puerta y nos llama para bajar a comer. Cuando bajamos, la mesa ya está puesta y la comida servida.

Adrián ha hecho tortitas y ha cortado frutas para acompañarlas. No suelo hacerlo, pero me acabo de hacer fan de desayunar tortitas a las 15.00. Pero obviamente, no hago ningún comentario.

Después de recoger el desayuno Adrián y Lorena se van a sus respectivas casas y nosotros limpiamos y ordenamos rápidamente la nuestra.

Aliviada tras terminar con todas las tareas me tumbo en mi colchón y pongo mi atención en leer 'Destinos Divididos'.

El domingo termina y el lunes pasa rápido y como de costumbre.

Se me hace extraño pensar en el sábado. Siento como si hubiese pasado una eternidad y no consigo asimilar lo que pasó. Por fin llega el martes y cuando llegamos a casa después de las clases mis padres ya están ahí.

Mi madre trabaja de modelo y actriz y mi padre también lo hace en ocasiones especiales ya que principalmente es guionista.

El sector en el que trabajan les obliga a viajar a menudo, a veces mi hermano y yo los acompañamos, pero cuando nos coincide con las clases nos toca quedarnos en casa.

Cuando éramos pequeños ellos hacían el esfuerzo por quedarse siempre uno en casa, pero al cumplir los 15 nuestros padres empezaron a dejarnos solos 2 o 3 días además de que nuestra tía, la hermana de mi padre, se pasaba a vernos todas las tardes, pero ahora tenemos casi con 18 años nos dejan más independencia.

Nos sentamos todos juntos y nos cuentan su viaje, fueron a Madrid, a hacer un reparto para una película.

Mi padre y Lucas se van a ver algo de la canasta que tenemos en el patio. Y me quedo a solas con mi madre. Y noto que me mira fijamente. Por un momento pienso que Lucas les ha dicho lo del número y pienso que me va a bombardear a preguntas.

– Tienes un momento? Quiero hablar contigo. – No hablo, me siento junto a ella a modo de respuesta. He de decir que estoy un poco asustada, no se me ocurre que me puede decir.

– Veras... – Habla despacio, como si tuviese miedo de equivocarse. – Le mande tus fotos a la marca y les ha gustado.

Respiro hondo.

– Bueno, ¿y que dijeron? ¿Les pareció bien que lo llevase? –

– Si, me dieron permiso, pero solo a cambio de una petición –

– Y... – Estoy nerviosa e irritada, respiro con fuerza.

– Pues me llamaron y me preguntaron por ti, les dije que te lo dejé probar porque necesitabas un vestido para una fiesta y que me pareció que te sentaba muy bien y que les quería pedir permiso para llevarlo. Me dijeron que sí pero que tendríamos que organizar una reunión con ellas para esta semana a cambio. –

– Ah vale. ¿Cuándo vas? –

– La cosa es que a ti también quieren verte. –

Mil Razones Para Olvidar ( Mil Razones 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora