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Mientras nos comenzamos a mezclar entre la gente suena una canción que no sé cómo se llama, pero creo reconocer la voz de Ariadna Grande por encima del barullo que hay liado.

En la zona central está la barra y alrededor, el suelo está hecho de tablones de madera ligeramente separadas por donde se cuelan los granos de arena, en los laterales del chiringuito hay unas zonas con sofás y mesitas bajas decoradas con velas que ahora están apagadas, el acceso está rodeado por unas cuerdas, lo que me hace pensar en que es la zona vip, hay un par de personas sentadas, pero la mayoría de la gente está en la zona de baile.

Enseguida nos soltamos y comienzo a bailar con Marta al ritmo de la música.

Un par de canciones después seguimos bailando y Marta me coge de la mano y me hace dar una vuelta sobre mí misma.

Al girarme me cruzo con unos ojos que me estaban mirando.

¿Desde cuándo está ahí?

Me quedo mirándolo y él me sonríe, se toca el pelo rojo para apartar la vista, pero yo sigo mirándolo. Lorena me devuelve a la realidad de nuevo y me empuja a seguir bailando con ellas. Yo me dejo llevar.

Aún no ha terminado la canción y veo como Raúl se acerca con dos vasos de cristal con una bebida naranja a juego con su pelo. Lleva una camisa de algodón blanca a juego con unos pantalones del mismo estilo, cortos y de color beige.

– Hola – Me dice con una media sonrisa.

– Hola –

Intento recobrar el aliento después de bailar durante un rato sin parar en ningún momento.

– Te puedo invitar? – Me ofrece uno de los vasos y veo que él también lleva la pulsera de la VIP.

Estoy a punto de responderle cuando mi hermano se mete entre nosotros dos.

– Ey ey ey... ¿Qué es eso? – Dice mirando el vaso que todavía sujeta Raúl a unos centímetros de mí.

Veo que Raúl me mira sin entender que es lo que está pasando.

– Eh... Es zumo de naranja, vodka y ginebra. – Mi hermano mira fijamente a Raúl. – Es suave – añade ante la mirada inquisidora de mi hermano.

Mi hermano le da un repaso de arriba a abajo con la mirada de manera descarada y yo me obligo a respirar ondo.

– Discúlpale, mi hermano no está acostumbrado a socializar. Lucas, este es Raúl, lo conocí en una fiesta, Raúl este es Lucas. – Digo con una sonrisa apretada.

Mi hermano coge uno de los vasos y le ofrece la otra mano a Raúl. Se estrechan la mano y Lucas le da un sorbo a la bebida naranja mientras Raúl me mira con las cejas ligeramente levantadas.

Lo miro a los ojos y dibujo palabras sin sonido con los labios para que me los pueda leer. ˋLo siento' Le digo, y como respuesta el me guiña un ojo y con una media sonrisa vuelve su atención a mi hermano.

– Bien, bien. – Se limpia el borde del labio con el nudillo del dedo gordo de su mano libre y luego golpea amistosamente de manera que hacen entre ellos como si fueran colegas desde hace años y le dice – Esto tiene que probarlo Adrián. – Y acerca su mano a la bebida que aún sostiene el pelirrojo.

Raúl vacila durante medio segundo, pero eso es suficiente para mi hermano, que alarga la mano un poco más y le arrebata el vaso de las manos.

– Au – Levanta la barbilla en un gesto de despedida y desaparece mezclándose entre la gente.

La expresión de perplejidad del chico pelirrojo que tengo delante de mí provoca que me ría a carcajadas.

– Puedo intentarlo de nuevo? – Me pregunta con una sonrisa de oreja a oreja.

– Prueba a ver. – Digo intentando reponerme tras la explosión de risa. – Señorita Cristina, - Me coge la mano y la levanta hasta la altura de su barbilla - ¿Me daría el placer de poder invitarle a una copa? – Besa el dorso de mi mano y me sonrojo.

Asiento con la cabeza y le dedico una tímida sonrisa.

Raúl se pone a mi lado de una zancada y me frece su brazo como si estuviésemos en un baile de época y me fuese a sacar a bailar.

Enlazo mi brazo al suyo y camino junto a él hasta una zona alejada de la barra.

– Ey, dos más. – Le dice a un chico con el pelo rapado y tintado de un blanco amarillento.

– Otras dos? Esta noche vas a tope eh. – El chico rapado le guiña un ojo mientras se seca las manos con un trapo de color verde y se gira dándonos la espalda.

– Digamos que las de antes me han volado de las manos. –

Nos soltamos ya y observamos como el chico de pelo rapado comienza a preparar dos copas. Observo la facilidad que tiene para mover las botellas y las copas a su gusto. Lo hace de manera distinta a Raúl, con movimientos más pausados y casi agresivos. Casi violentos acompañados por la música que ha adoptado un tono más techno.

Veo como caen dos piezas cuadradas de hielo en cada copa de manera simultánea, luego voltea dos botellas del mismo contenido a la vez moviendo sus manos totalmente coordinadas como si fuera un espejo.

Repite el ejercicio hasta tres veces con dos botellas distintas, le añade unas cucharillas de varilla larga y ahora añade el zumo de naranja primero en una y luego en otra. El líquido naranja cae justo en el centro del remolino creado por los círculos que está haciendo el chico con la cucharilla.

Nos los deja encima de la barra y nos guiña un ojo.

Por primera vez me mira y sus ojos en los míos me pillan desprevenida por lo que aparto la vista y miro al suelo.

– Dime que esta chica no es la misteriosa chica de ojos preciosos, piernas largas y sonrisa cautivante. Dime que no es ella por favor. –

Noto como mi piel se vuelve roja y ahora mismo desearía estar bajo la arena que me rodea.

– Vale, no te lo digo – Dice Raúl.

– Joder tío, dime que tiene hermanas. –

– Un hermano... –

– Fuck off. –

Después de despedirse Raúl coge los dos vasos y me hace una seña con la cabeza para que le siga. No sé a dónde vamos, pero le sigo sin decir nada. Cualquier sitio me parece una idea mejor que permanecer junto a la barra. Cuando nos separamos un par de metros Raúl vuelve a hablarme.

– Lo siento! – Me dice gritando por encima de la música techno. – A mi colega siempre se le va la lengua. No le hagas caso. –

– Tranquilo! –

– Quieres bailar? –

– Estoy buscando a mis amigos. –

– Ahí no te van a ver. – Me hace un gesto con la mano y de nuevo le sigo a través de la multitud.

Se detiene junto a la plataforma donde está el equipo de música principal y la mesa donde está pichando el DJ.

– Quieres que me suba ahí? –

– Nadie se dará cuenta, solo para mirar... Nadie mira al DJ. –

Le doy un sorbo a mi bebida, ya me he bebido un poco más de la mitad, es un sabor al principio amargo pero que deja un sabor dulce y el zumo fresco te da sensación de energía e hidratación.

Al final accedo y subo a la plataforma con la ayuda de Raúl.

Enseguida los veo. Intento llamar a Lorena y a mi hermano, pero no miran el móvil.

– No te contestan? –

– No. – Digo guardando el móvil de nuevo en mi bolso.

– Entonces baila conmigo. –

Mil Razones Para Olvidar ( Mil Razones 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora