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Han pasado unas semanas desde la fiesta y Raúl me ha llamado usando cualquier excusa para hacerlo. Cada vez que lo hace logra sacarme una sonrisa y me siento como en otro mundo. Pero el ritmo que mi vida a tomado últimamente me hace permanecer con los pies en el suelo.

Por un lado, se acercan los trimestrales y los profesores no dejan de mandar tareas y poner fechas de exámenes, y por otra parte Lux está a punto de hacer el lanzamiento de la marca y por semana tengo de tres a seis sesiones de fotos, márquetin, reuniones de oficina...

El timbre de la escuela me saca de mi telar de pensamientos y entro en clase de inglés y me giro hacia la clase, hay bastantes sitios libres así que tengo bastantes opciones. Finalmente me siento en la segunda fila en la pared más lejana a la mesa de la profesora.

Mientras saco mis libros y me acomodo en mi silla no lucho por sacar a Raúl de mi cabeza. Se siente extraño, pero me hace sonreír.

La profesora empieza a decir nombres y de repente escucho el mío, seguido de otro más.

Me giro de golpe, no puede ser verdad... Veo a Lucas acercándose a mí arrastrando los pies como si le pesasen toneladas. Vuelvo a girarme y miro hacia la profesora, veo que apunta cosas en su libreta mientras sonríe. Me planteo el decirle algo e intentar cambiar de pareja, pero Lucas se sienta a mi lado.

– De que lo quieres hacer? –

– Qué? –

– De qué quieres hacer el trabajo. – dice impacientemente mientras me mira y arruga las cejas un poco.

– No lo sé y tú? –

– Me da igual. –

Trato de disimular que no sé cómo debo comportarme cuando estoy cerca de él. Ya no me gasta tantas bromas pesadas pero cada vez que hablamos acabamos discutiendo, y eso para una persona que odia discutir significa mucho.

Apoya el brazo en el respaldo y se sienta de lado dirigiendo su cuerpo hacia mí.

– Hay que entregarlo el viernes que viene. – Lo único que quiero acabar la conversación y alejarme de él lo más pronto posible. – Que cada uno piense algo para mañana. –

– Quién te ha puesto al mando? –

– No es una orden. Solo haz lo que te dé le gana. –

Abro la boca preparando mi respuesta, pero nos interrumpe la profesora.

– Vale chicos, ahora vamos a ver un video de un científico que habla sobre la industria de las nuevas tecnologías, he repartido una ficha de trabajo por grupo, tenéis que rellenarla entre los dos. –

Genial.

El timbre del instituto me avisa de que soy libre y una sensación de alivio me invade, ya puedo irme de la clase de inglés y lo suficientemente lejos de Lucas para no tener que volver a cruzar palabras. Al menos por el momento.

Me encuentro con Lorena en el pasillo de nuestras taquillas y abro mi agenda mientras caminamos juntas en dirección a la siguiente clase.

– Hola guapa. – Me dice Lorena mientras me rodea los hombros con su brazo. – Madre mía cuanta cosa. - Dice señalando mi programa semanal.

– Pues ya ves... – doy un suspiro largo y continuo. – Es un poco agobiante la verdad, han pasado meses, pero sigo sin saber que estoy haciendo. Sigo con la sensación de que haré el ridículo. –

– Tu tranquila si durante el desfile te caes solo te estará mirando todo el mundo. – Me dice de manera natural como el que te cuenta lo que ceno el día anterior.

– Vaya, ya me siento más relajada – Le digo riéndome junto a ella.

– Has visto? No sé qué harías sin mi – y me guiña un ojo.

– Ahora en serio, vas a hacerlo genial, has estado practicando con tu madre y con la marca. No hay margen de error. Estoy segura de que vas a ser el descubrimiento de la temporada, nadie te va a poder quitar los ojos de encima. –

Y cogidas del brazo de la otra salimos de la escuela.

De camino a casa sigo hablando del mismo asunto con mi hermano, que también me anima a no estresarme.

'Recuerda que te va a salir genial de manera natural. Lo llevas en la sangre.'

Pienso en su frase mientras me siento en la cama con los libros de clase. Comienzo a revisar las tareas que me quedan por hacer y calculo que me dará tiempo a acabarlas antes de practicar para el desfile. Mientras cierro los libros de lengua me fijo en que la pantalla de mi móvil se ilumina avisándome de una llamada entrante. El nombre de Adrián en la pantalla me deja desconcertada.

– Sí? –

– Te viene bien quedar mañana? – Dice desde la otra línea.

– Qué? –

– Para el trabajo... el de inglés. –

– Ahh, sí, supongo que me viene bien. Depende de la hora. –

– Después de clases? –

– ¿Un par de horas más tarde podrías? Tengo práctica en la oficina. –

– Sin problema. –

– Genial, pues mañana nos vemos. –

– Si. –

Y sin decir nada más me cuelga.

He aprendido a no buscar explicación al comportamiento volátil de Adrián, así que me centro en terminar los deberes rápidamente para ir cuanto antes a las oficinas de Lux, donde me esperan Selena y Mónica, la instructora de modelaje que me han asignado.

Cuando por fin llego a las oficinas me dirijo a la sala de prácticas donde me espera Mónica con distintos tacones para practicar la zancada.

Camino una y otra vez entre dos cintas pagadas en el suelo intentando no salirme hasta que las piernas me dan calambres.

Mónica no deja de corregirme la postura, espalda, brazos cuello, barbilla... Retoca cada movimiento y cada gesto y trato de atender a todo lo que mi instructora me dice.

Al terminar la sesión me pone la mano en el hombro y mirándome fijamente a los ojos, como si pudiera ver mi alma me anima a mantenerme positiva diciéndome que estoy haciendo un buen trabajo.

Me despido de los trabajadores de Lux y dejo que Max por fin me lleve a casa.

Mil Razones Para Olvidar ( Mil Razones 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora