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Aunque las clases del viernes se me hacen eternas por fin estoy caminando hacia casa junto a mi hermano, durante el camino hablamos de cosas triviales y le agradezco en silencio que no saque el tema de Lux y mis inseguridades.

Ya en mi cuarto comienzo a escarbar en los cajones de mi armario. Ethan me ha mandado la ubicación de su casa durante la última hora de clase. Me pongo un bañador negro y blanco de Adidas que tengo de la temporada pasada y encima me pongo unos pantalones de chándal y una sudadera gris que también son de Adidas.

Me preparo la mochila, después de ver a Ethan quiero ir al gimnasio, así que meto las chanclas, la toalla y el neceser y una muda de ropa para después.

Salgo de mi casa casi a hurtadillas, saben que suelo ir al gimnasio de la urbanización para trabajar cosas que con el material que tenemos en casa no puedo, así que no sería raro verme desaparecer en chándal, pero prefiero evitar no decir la verdad directamente, como si hacerlo de manera indirecta no fuese igual de malo.

Pongo el GPS de mi móvil y comienzo a caminar hacia la casa de Ethan. Me pongo los cascos inalámbricos y los conecto al móvil, dejo que suene Bang Bang de Ariana Grande. No me encuentro a nadie durante el camino y me dejo entrar en mi mundo. Me viene a la cabeza la reunión del otro día con Lux. Pero no me apetece pensar en eso, así que mi cabeza salta al pelirrojo y se me escapa una sonrisa.

Pienso en Ethan. Cada vez estoy aún más confusa y frustrada que antes. Hace una semana el hecho de quedar con Ethan me hubiese provocado fallos en las piernas y mariposas en el estómago. Sin embargo, no siento mariposas y por suerte mis piernas funcionan de maravilla. No sé cómo estoy, pero no estoy nerviosa.

En cuanto al pelirrojo. Tampoco creo que me guste. Me halaga gustarle y me parece un chico interesante y divertido. Pero nada más... ¿Verdad?

Por fin llego a casa de Ethan, es una casa moderna, no parece muy alta, pero sí que es grande. Tiene decoración minimalista y colores neutros.

Llamo al timbre.

Vale, puede ser que ahora sí que esté un poco nerviosa. Espero unos segundos y se abre la puerta con un zumbido.

– Hola? – Digo mientras paso.

Me esperaba ver a Ethan, pero no hay nadie, es obvio que han usado el portero automático. Cierro la puerta detrás de mí y observo mi alrededor. El recibidor es una salita con un taburete redondo y bajito de cuero blanco una mesita de cristal con un bol de cerámica donde hay solamente unas llaves. Supongo que son las de Ethan. Lleva un llavero con forma de la torre Eiffel en color cobre y solo lleva 3 llaves.

En la pared de enfrente hay una puerta y en la pared de la izquierda una puerta corredera transparente que da al jardín. Desde donde estoy yo solo se ven un par de árboles no demasiado altos y césped.

– Hola? – Repito esta vez alzando un poco más la voz. Escucho atentamente mientras saco el móvil para escribir a Ethan.

– Cris. Perdona que te haya hecho esperar. – Al escuchar a Ethan levanto la mirada y guardo el móvil de nuevo.

– No te preocupes. – Le regalo una sonrisa.

Lleva unos pantalones de chándal cortos de color negro y una camiseta gris que le queda justa pero no apretada, pero si lo suficiente como para que se perciba la forma de sus músculos.

– Ven conmigo. –

– Vale. – Respondo.

Y le sigo a través de la puerta, la siguiente sala es el comedor. También muy moderno con los colores de la fachada. Hay un sofá gigante, lo suficiente como para sentar a medio equipo de fútbol, y una televisión más grande todavía.

Mil Razones Para Olvidar ( Mil Razones 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora