Vivimos en una urbanización tan grande que casi parece un pueblo, así que no me sorprende que después de pasar de largo por varias manzanas aún no hayamos empezado a escuchar música.
Después de girar y subir por un par de calles más, comenzamos a ver gente que camina en la misma dirección que nosotros y unas pocas calles después al fin vemos una casa llena de luces y gente. Y como no podía ser de otro modo, la última calle es toda cuesta arriba.
Noto como el miedo se instala como un nuevo inquilino en el iris de mis ojos, y Lucas, que ha tenido que notarlo también, me ofrece su brazo para apoyarme. Agradecida subimos lentamente.
Cuando llegamos a la puerta nos recibe Nico, el hermano mayor de Nora, es igual de blanco de piel que ella y tienen la misma nariz, pero en lugar de lucir el pelo castaño de ella y sus padres, lo lleva tintado de rubio.
Nos da las gracias por venir y nos indica donde está el guardarropa por si nos hiciera falta. La entrada es por el jardín y está marcada por unas losas, como un caminito hasta la casa que tiene dos plantas y un jardín con piscina, además de un garaje bastante grande. No sé en qué trabajan sus padres, pero deben de mover pasta.
A mitad camino hay una cajita transparente con una ranura, hay varias monedas de 1€ ya metidas, y nadie nos dice nada, pero todos sacamos una moneda y la echamos.
Aquí es costumbre poner un euro como invitados para contribuir con los organizadores de la fiesta ya que suelen sacar comida y bebida además de poner toda la decoración y dejarnos la casa para divertirnos. Es una costumbre que lleva en la urbanización desde antes de aprender nosotros a hablar.
A medida que vamos llegando a la casa la música se escucha más alta. Hay un dj pinchando música en directo. Y siento como mi estómago se llena de electricidad. Sonrío con ganas, me alegro de no haberme quedado en casa. Nos cruzamos con mucha gente que conozco, y nos saludamos con la mayoría, dos besos, y unos halagos.
Como siempre, Lorena saca más conversación que yo. El arte de la conversación trivial es un arte que yo no domino, así que me desmarco y le dejo ser la extrovertida de la relación.
Por fin entramos al interior de la casa. Está todo lleno de luces y muy recogido. No hay nada a la vista que se pueda romper fácilmente. Me fijo en que han cerrado las escaleras del piso de arriba con unas guirnaldas de decoración atadas a las barandillas de la propia escalera.
Localizó la mesa de aperitivos, y luego miro a Lorena de reojo, está hablando con una chica de un curso mayor que nosotras, junto a ella está un chico, su novio, también un curso mayor. Le apretó la mano con suavidad para que sepa que estoy bien y me deslizo entre la multitud.
Hace un rato que hemos perdido al resto del grupo así que me esfuerzo en recordar dónde está Lorena para poder volver y no perderme nada más empezar la noche. Camino hacia las bandejas intentando no golpearme con nadie. En estos momentos agradezco que mi vestido sea pegado al cuerpo y veo como una chica sufre porque nadie chafe su vestido que llega hasta el suelo.
Cuando por fin llegó a la mesa donde están las bandejas de aperitivos intento averiguar de que son cada tipo de rollitos de hojaldre. No me convence así que doy unos pasos más hasta llegar a la fuente de los nachos, cojo un platillo y me sirvo unos pocos con salsa de guacamole.
Me acercó como puedo de nuevo a Lorena y deshago mis pasos con dificultad, ahora hay más gente y es difícil avanzar entre las personas sin que el plato de nachos caiga al suelo. Ya ha acabado de hablar con sus amigos y también camina hacia mí y veo en sus los ojos un brillo de picardía. Cuando estamos lo suficientemente cerca para escucharnos me habla.
– Dice María que ha descubierto dónde están las bebidas, vamos. – Me dice con los ojos muy abiertos y una sonrisa de oreja a oreja.
La sigo, y juntas rodeamos la casa por fuera y llegamos a la parte de atrás, también decorada para la ocasión con unas luces frías de exterior, hay un chico detrás de una nevera que hace de barra improvisada. Es un chico pelirrojo de cabellos despeinados. Lleva una camisa blanca y en la mano botellas de alcohol le está preparando un cubata a una chica.
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Mil Razones Para Olvidar ( Mil Razones 1)
RomanceCristina lleva una vida normal y tranquila, pero unas fotos lo cambiarán todo... Tendrá que aprender a gestionar su nuevo estilo de vida mientras trata de decidir qué pasos dar para acercarse al futuro que ella quiere mientras navega en un mar de...