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Chan concluyó la última de sus reuniones antes de entrar en su oficina y luego se teletransportó a casa. Encontró a Minho descansando en la sala. San estaba en la cocina preparando la cena.

¿Dónde estaba Seungmin?

Caminó hacia el solárium y encontró al humano sentado junto al estanque, hablando con un pez.

-Ya te lo advertí, Mong. Si no tratas a Ddaeng con respeto, voy a tener que separarlos.

Chan se quedó hipnotizado. Nunca antes había visto a nadie hablar con los peces. Seungmin aún llevaba las botas que Chan le había conseguido. No sabía por qué, pero Chan había querido ver a Seungmin en esas botas purpura. El color combinaba con la pálida piel de Seungmin. También llevaba su sombrero para el sol, a pesar de que el hombre estaba adentro. Seungmin era toda una visión y esa imagen hacía que Chan sonriera.

-Los otros están jugando bien. -Seungmin continuó hablando-. Si no dejas de ser un abusivo, te convertirás en un paria. Confía en mí, no quieres eso. Sé lo que se siente.

El corazón de Chan se encogió ante las palabras de Seungmin. No tenía idea como había sido la vida del humano antes de conocerse esa noche en el hotel y ni siquiera lo había considerado. Pero por el tono desolado en la voz de Seungmin, su vida no había sido fácil.

-La cena está casi lista -dijo Chan, haciéndole notar su presencia mientras se acercaba a donde estaba Seungmin, tomando asiento junto al chico-. ¿Cómo ha estado tu día?

Mataba a Chan pasar tiempo lejos de Seungmin, pero su empresa no iba a funcionar sola. Eso hacía el cortejo más difícil, pero Chan sabía que había dejado a Seungmin en buenas manos. Ninguna de las panteras tocaría a Seungmin, ni lo asustarían estando aquí.

Sabían que Chan les cortaría las bolas si lo hicieron.

-Coseché verduras frescas para la cena y alimenté a los animales -dijo Seungmin-. Incluso podé las plantas de aquí.

Chan miró a su alrededor y se dio cuenta de lo mucho más saludable que se veía todo. Él frunció el ceño. Un día de cuidar las plantas no debería hacer que se vieran tan vibrantes. -Te mantuviste ocupado.

-Sí, pero ahora necesito una ducha si la cena estará muy pronto. -Seungmin sacudió su trasero antes de alejarse. Chan lo siguió. El pequeño humano le fascinaba. Era como si hubiera una cuerda invisible jalándolo tras de Seungmin, manteniéndolos unidos.

Mientras Seungmin se duchaba, Chan teletransportó algo de ropa de una tienda de ropa de su propiedad. La holgada túnica dejaría la piel de Seungmin respirar y era amplia para cuando Seungmin quedara embarazado. La prenda era de Seda egipcia y los colores eran brillantes. Él le había dado a Seungmin también pantalones de algodón. Pero en lugar de zapatos, Chan había teletransportado unas zapatillas cómodas.

Cambiándose a un par de pantalones de descanso y una camiseta, Chan esperó a que Seungmin saliera del baño. No había pensado en nada más que en Seungmin en todo el día. Eso hizo mucho más difícil trabajar. Cuando Seungmin salió del baño con nada más que una toalla envuelta alrededor de su cintura, Chan casi se tragó la lengua.

-Tengo algo de ropa para ti. -Chan señaló la túnica y los pantalones en la cama. No podía separar sus ojos del delgado físico de Seungmin. Cruzando la habitación, Chan jaló la toalla y la dejó caer al piso mientras veía el pene medio duro entre las piernas de Seungmin-. Eres hermoso.

Seungmin dio un paso atrás, viendo la ropa en la cama. A juzgar por la expresión de Seungmin, el hombre se sentía atrapado. -Yo no quiero llegar a ser... -el aliento de Seungmin salió jadeante.

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