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Jeongin se alejó de la habitación de Hyunjin, preguntándose en primer lugar por qué siquiera había ido. No era algo que hacía normalmente y ahora que se dirigía a casa, estaba pateándose el culo por haber ido. No era un chico de sexo casual y se sentía como una verdadera zorra por chupar el pene del hombre la primera noche que se encontraron.

Hyunjin probablemente no le volvería a dar ni la hora del día dado que Jeongin le había dado sexo con tanta facilidad. ¿Quién pensaría seriamente en un puto?

—Ya estamos otra vez, saltando de cabeza sin pensar — murmuró para sí mientras metía las manos en los bolsillos delanteros y dejaba caer sus hombros—. Buscando al hombre perfecto y encontrando en su lugar al señor sexo al instante.

«¿Cuándo vas a aprender?»

—¿Yéndote tan pronto?

Jeongin apretó los dientes cuando vio al odioso hombre que había estado sentado en la mesa de Hyunjin, haciendo que Jeongin se sintiera como mercancía a la venta. El hombre estaba recostado en el patio, una toalla sobre su regazo mientras sus ojos recorrían de arriba a abajo el cuerpo de Jeongin.

Allí, él estaba haciéndolo de nuevo, haciendo que Jeongin se sintiera barato como el infierno. Jeongin se obligó a sonreír, en lugar de ir con su primer instinto y alejarse del hombre. Sólo estaba tratando de ser amable, porque el hombre podría aparecer en el restaurante Seaside and Grille y ser un verdadero imbécil, haciendo que Jeongin perdiera su trabajo.

—Veo que le diste a Hwang Hyunjin un poco de diversión —el hombre dijo mientras levantaba su pierna, plantando su pie sobre la silla. La toalla se deslizó, dejando al descubierto la cabeza del pene del tipo.

Jeongin rápidamente desvió la mirada.

—Siempre compartimos nuestros hombres. ¿Por qué no vienes aquí y me das una muestra de esos labios sensuales? Yo podría hacer que valiera la pena.

«No en esta vida»

—Se me hace tarde —Jeongin no mintió cuando aceleró sus pasos. Realmente iba tarde. Si no se daba prisa, perdería el autobús que lo llevaría a su casa. Jeongin estaba agotado y no tenía ganas de caminar si no llegaba a tiempo. Vivía muy lejos de donde trabajaba.

—¿Para qué? —El hombre no se molestó en acomodar su toalla—. Si lo que necesitas es un paseo, te puedo dar uno.

¿Por qué Jeongin tenía la impresión de que no estaban hablando sobre la misma clase de paseo? —No, gracias.

Salió disparado alrededor de la esquina del hotel, soltando un suspiro de alivio cuando finalmente estuvo fuera de la vista. Pero persistía la idea de que Hyunjin y el pervertido compartían los hombres. Si Hyunjin creía que Jeongin iba a dormir con el señor lindo y perverso, él tenía que buscar en otra parte.

Al pasar junto a la parte delantera del hotel, Jeongin se sorprendió cuando Hyunjin salió. El hombre se dirigió directamente hacia él con un paso depredador y Jeongin se preparó. Él no dormiría con los amigos de Hyunjin, no importa lo que el hombre dijera.

—Se te ha caído tu cartera. —Hyunjin se quedó allí, con la pieza oscura de falso cuero en la mano.

Jeongin había tenido tanta prisa para salir de allí que tan pronto como Hyunjin fue al baño, se había ido por la puerta corrediza. —Gracias. —La tomó, pero Hyunjin la sostuvo firmemente entre sus dedos.

—¿Qué te hizo salir tan rápidamente? —Los ojos de color gris oscuro del hombre eran vigilantes, con una ceja elevándose cada vez más que la otra. Jeongin sentía sus mejillas calentarse mientras alejaba la mirada.

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