Seungmin estaba ocupado en el solárium mientras Chan se dirigía a su oficina, llamó a Felix y le pidió que investigara a Park Jiyoung. Habían pasado dos semanas desde que hizo su promesa y no iba a retractarse de la palabra que le dio a Seungmin, pero iba a luchar para que el humano se quedara. Haría lo que fuera necesario para persuadir a Seungmin de quedarse. Chan sólo necesitaba averiguar cómo lograr que Seungmin saliera de su mala racha depresiva.
Felix estaba hoy en Bang Corporation. No pasó mucho tiempo para que su asistente regresara. Chan se sentó en su escritorio mientras escuchaba.
-Tomó un poco de investigación -dijo Felix. Chan podía oír las teclas siendo golpeadas al otro extremo-. En realidad, tuve que revisar nuestros archivos para encontrar a la persona.
Chan frunció el ceño. Si Felix tuvo que revisar los archivos shifter, eso sólo significaba una cosa. Park Jiyoung no era humano.
-¿Recuerdas los viejos cuentos de Busan?
-Eran historias que mi abuelo solía contarme cuando era joven-respondió Chan-. Sobre un tipo que había sacrificado a la mitad de los Chekota.
-Ese tipo no era un mito -dijo Felix-. No, de acuerdo a nuestros libros. Por supuesto, cuando nos cambiamos a las computadoras, algunos de esos libros se perdieron. No tengo ni idea de por qué. Mi papá me dijo que el bibliotecario era muy meticuloso. De todos modos, el hombre que trató de acabar con nuestras panteras Chekota ha pasado por muchos nombres para ocultar el hecho de que él era inmortal. Uno de esos nombres era Park Jiyoung. Parece que es muy aficionado a ese nombre porque lo está usando de nuevo.
Un frío que podría rivalizar con la brisa ártica recorrió la columna de Chan.
-¿Cómo sabes que el señor de la droga de Seoul y la persona de esas historias son el mismo? Según mi abuelo, el asesino de los Chekota vivió hace 800 años. -No eran más que cuentos de hadas para asustar a Chan. No les había prestado atención, porque nadie era inmortal. A su abuelo le gustaba asustar a Chan. Por supuesto, Chan tenía diecisiete años en ese momento. Así que su abuelo pensó que era buena idea. Él siempre supo que el viejo estaba un poco loco.
-Buena pregunta -dijo Felix-. Sin embargo, la descripción de los archivos y la descripción en el periódico de Jiyoung son casi idénticas. Jiyoung se quemó la mano en un incendio hace 800 años, y se dice que tiene una cicatriz que le cubre la mano derecha.
-Te llamaré. Tengo que ir a preguntarle a Seungmin si vio esa cicatriz. -Chan colgó, rezando para que Seungmin dijera que el señor de la droga tenía las manos perfectas. Si no lo hacía, Chan no estaba seguro de lo que iba a hacer. Eso significaría que Jiyoung estaba tratando de acabar con más que la raza de los Panteras -empezando por Seungmin. Si Seungmin no podía continuar con la línea Chekota, la raza especial pronto se extinguiría.
Chan encontró a Seungmin en la piscina. Se quedó atrás por las plantas de maleza, viendo como Seungmin intentaba repetir las lecciones que Chan le había dado. Seungmin estaba en la parte menos profunda, farfullando mientras trataba de nadar de un extremo al otro. No estaba haciéndolo tan mal, pero olvidó usar sus piernas. Parecían troncos muertos detrás de él, mientras chapoteaba con los brazos. El sol se filtraba a través de las copas de los árboles justo por encima de la cúpula de cristal, haciendo que el agua pareciera miles de diminutas gemas. Las gotas sobre la piel de Seungmin brillaban, haciendo gemir a Chan por una oportunidad de lamer la piel del hombre.
Con sigilo rápidamente Chan se desnudó y se metió por la parte más profunda, nadando silenciosamente hacia Seungmin. El humano no vio a Chan hasta que estaba justo detrás de Seungmin.
-Olvidaste usar tus piernas.
Seungmin gritó y se giró, salpicando hacia atrás. Chan agarró al hombre antes de que se hundiera. Seungmin se secó el agua de sus ojos y luego golpeó el pecho de Chan. -¡No me asustes de esa manera!
