29

748 64 35
                                    

Decir que sentía que su pecho se hundía y su corazón era tragado por un agujero negro parecía un eufemismo ante la ola de emociones que lo invadió. Luego de tanto tiempo sin saber de Félix, luego de lo mal que habían quedado antes de que él se fuera —cuando se había marchado sin siquiera decirle a Adrien— aquello parecía irreal. La mente de Adrien pareció dividirse en dos, donde una parte era un barullo de pensamientos sin sentido, y la otra hacía que todo su cuerpo trabajara en automático.

Se duchó y preparó su mochila. Esperó sentado en su habitación, en silencio, mientras Plagg hablaba y hablaba, ¿sobre qué? Adrien no tenía idea. Luego se sentiría mal por ello.

Cuando la hora que habían acordado se acercaba se encontró de pie en el recibidor de la casa. ¿Qué se supone que debía hacer? Nathalie no estaba allí para pedirle permiso, y estaba más que seguro de que no iba a decirle a su padre. Estaba pensando en tomar la estúpida decisión de transformarse, a pesar de las repercusiones que pudiera traer, cuando Gorilla entró a la casa.

Adrien no dejó que el pobre hombre pronunciara una palabra y comenzó a pedirle que lo llevara al instituto. Comenzó a decirle que necesitaba ver a Chloé, que no soportaba la rutina que le había puesto su padre, que necesitaba una amiga y ella era quien estaba en el sitio más seguro: el instituto. Mentir había sido demasiado fácil, aunque era una mentira a medias. Sí estaba cansado, sí necesitaba un amigo, pero no se atrevería a acercarse a nadie.

Hasta esa noche.

Gorilla terminó accediendo con un quejido. Sería otro de los secretos que guardaría para su joven amo, quien le recordaba a su propia hija y que le dolía verlo encerrado y explotado la mayor parte del tiempo. Pero era su trabajo así que tampoco tenía voz ni voto, excepto en esas pequeñas ocasiones donde aceptaba confabularse con él.

Gorilla le advirtió que no esperarían a que se hiciera muy de noche. Adrien accedió, enojándose con Félix por elegir verse de noche. Escaparse de una sesión de fotos le resultaba más sencillo que escaparse de su propia casa. Aún así, con ganas de vomitar y el estómago vacío, siguió las instrucciones de Félix.

El camino al instituto fue silencioso. Casi como si temiera ser descubierto en el acto, Gorilla ni siquiera trató de poner música. Al llegar alzó el dedo frente a Adrien: un recordatorio de que no podían quedarse hasta tarde. Adrien apenas logró mascullar un diminuto gracias antes de salir veloz del auto.

El campus estaba desierto y le daba repelús. Bueno, casi desierto. En la cafetería veía luces encendidas y al menos 5 estudiantes estaban allí, comiendo y leyendo a esas horas. No se le ocurrió en ningún momento que algún otro estudiante tuviera que quedarse el verano a recobrar puntos, aunque tampoco pensó que fueran a permitírselo a Chloé.

Bien, estaba en el instituto, pero ahora no sabía hacia dónde ir. Pensó en acercarse a los chicos de la cafetería cuando sintió que su celular vibraba.


Ve a tu dormitorio. Te estaré esperando.


Otro mensaje corto y preciso. Adrien hizo caso y, mientras iba de camino, no pudo evitar pensar en la posibilidad de que fuera una trampa. Alguien podría haber robado el número de Félix, ¿quizá algún akuma que fue enviado a Londres? Y de haber sido así Félix no habría podido defenderse, no sin Plagg. Cada escenario que imaginaba era peor al anterior y, cuando al fin se encontró frente a la puerta, sintió que su estómago se hundía como si se hubiese tragado una piedra.

La puerta no se abrió de forma dramática como en las películas, no hubo un chirrido desgarrador ni música de suspenso. La luz estaba encendida y su hermano estaba sentado justo en la silla de escritorio.

¿Quién es Hawk Moth? [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora