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Alya tenía que admitir que no le gustaba el instituto por la noche. Quizás era porque hacía frío y porque las escuelas son aterradoras de noche... o porque estaban solos allí. Cuando el viento soplaba y cruzaba entre los árboles, entre los edificios, a ella casi le sonaba como un silbido de alarma que le indicaba que algo iba a ocurrir.

Nino y ella no caminan dándose la mano como las parejas. Al principio era así para que sus amigos no sospecharan que estaban saliendo juntos, pero ahora... Ahora era diferente. No tenía nada que ver con la costumbre. Alya ansiaba poder sostener su mano pero estaba enojada, y Nino también estaba enojado, y hay cosas que van más allá que un simple gesto afectuoso.

—Sólo quiero que me digas dónde diablos estuviste —le decía Nino—. Sólo quiero saber eso, Alya. Necesito saberlo. Pensé que... pensé que algo horrible había pasado y tú ni siquiera quieres decirme qué pasó.

—No puedo decirte qué pasó, inteligente. Eso es lo que te he estado diciendo —le dijo ella.

Detestaba discutir con Nino, mucho, y más que él fuera insistente con cosas que ella quería dejar zanjadas.

Nino comenzó a entrar al edificio de dormitorios. Necesitaba buscar las pocas cosas que había dejado allí, ya. Su mamá lo había amenazado por irresponsable, y de nada sirvió que Alya le dijera que se lo había buscado porque, definitivamente, era irresponsable. Nino se giró al no escuchar las pisadas de Alya tras de él.

—¿No vas a subir?

—¿Acaso tengo que hacerlo? —espetó ella.

—¡Bien! —gritó él—. ¡Subiré yo sólo, maldita sea!

Alya soltó un gruñido, resistiendo sus ganas de gritar. Lo odiaba, lo odiaba mucho.

—No lo odias —le dijo Trixx, asomándose por el cuello de su camisa, como leyéndole la mente—. Sólo estás furiosa.

—Es un idiota, eso es lo que es. Debería comprenderme.

—Ah, pero ¿acaso lo comprendes a él?

—¡Pues no!

—Entonces él no tiene ningún deber de comprenderte.

—¿Qué?

—Que él no...

—Shhh, quiero entender qué sucede.

Trixx frunció el ceño un instante, pero luego notó que Alya realmente no le había prestado atención. Su vista estaba clavada al frente. Trixx estuvo a punto de echarse a discutir con ella cuando se dio cuenta de lo que Alya veía: Marinette y Aixa, corriendo hacia uno de los edificios.

—¿Habrá pasado algo? —preguntó Alya.

—¡Vamos! —instó Trixx y Alya no se lo pensó dos veces.

Y ese fue su error.

Ninguna vio a Nino bajar, pero él sí que las vio correr lejos. Pudo haber gritado su nombre, pudo haber hecho algo para llamar su atención, pero a este punto Nino estaba harto y paranoico. En su mente se aglomeraban demasiados escenarios y ninguno tenía una explicación razonable. De haberla llamado... ¿acaso ella habría girado? Nino la conocía demasiado bien. Lo que sea que hubiese llamado su atención la tenía por completo, y él no sería suficiente para traerla de vuelta.

Su novia se había olvidado de él, así que la siguió en silencio. Las deportivas de Alya apenas sonaban contra el concreto del camino. A veces, Nino pensaba que la había perdido, en esos momentos en que la noche y su miopía le hacían una jugarreta. Entonces vio cómo Alya entró en el edificio 1b y frunció el ceño. Era uno de los dormitorios de las chicas.

¿Quién es Hawk Moth? [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora