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Marinette lo miró largo rato mientras él pensaba en qué decir, o más bien, cómo decirlo. Ya sabía lo testaruda que era ella y que de primeras no iba a querer entender la situación. Escudriñó mucho tiempo en su cabeza hasta que comenzó a dolerle, y el calor que hacía no ayudaba en nada.

—No me importa —soltó Marinette de repente, haciendo que Adrien alzara la cabeza y la mirara directamente a los ojos. Se sintió desarmado, indefenso, al verla. Ella lo miraba con una seriedad que hacía que todo él se tensara—. Sé lo que vas a decir y no me importa.

—No sabes lo que voy a decir —murmuró él con voz ronca.

—Me vas a dar otra charla para que entienda que estar juntos es peligroso y toda esa porquería que sueles decir, y no me importa ni una baguette lo que digas.

Él se levantó de golpe y ella se sobresaltó, aunque probablemente nunca lo admitiría. Adrien salió de la cómoda sombra bajo el parasol para encararla y ella, tal vez para darse un poco de valor a sí misma, se cruzó de brazos y se obligó a verlo fijamente.

—Puedo aceptar no poder estar a tu lado —dijo él, y ella se esforzó en no desmoronarse—. Puedo aceptar no poder verte todos los días, no poder volver a escucharte o, como mucho, puedo aceptar no poder permitirme pensar en ti.

El labio le tembló y ella rogó para que él no se hubiese dado cuenta. Adrien tenía el ceño fruncido y las sienes húmedas a causa del sudor. Sus mejillas parecían arder y su pelo estaba todo echado para atrás. A Marinette se le aguaron los ojos y ella tuvo el descaro de mentirse a sí misma diciéndose que era a causa de la luz del sol.

—Puedo aceptar todo eso, Marinette —continuó él—. Aunque duela, aunque sienta que muero; pero un mundo sin ti es algo inconcebible, algo que no puedo imaginar. La sola idea de que eso pueda ser posible me destruye. Puedo tratar de ignorar tu existencia de modo tal que la mía no pueda suponer, de ninguna forma, un peligro para ti. Puedo sacrificar todo lo que siento con tal de que tú estés bien... pero parece que tú no entiendes eso.

¿Que no entendía? ¡¿Que no lo entendía?!

—Tienes muchas agallas para venir aquí queriendo hablar de sentimientos y de querer hacer las cosas bien para luego atreverte a decir la burrada que acabas de decir —le soltó Marinette.

—¡¿Burrada?!

—¡Una tremenda burrada! ¿Cómo puedes creer que hacer algo que te haga daño puede ser bueno para los dos? ¿Cómo puedes creer que eso es "hacer las cosas bien"?

—¡Procurar tu bienestar es hacer las cosas bien!

—¡Al demonio mi maldito bienestar!

La compuerta de la habitación se abrió y Bridgette se asomó por ella, con los ojos como platos al ver que estaban discutiendo.

—Vine a ver si estaban bien, pero... —comenzó a decir, hasta que Marinette le dedicó la típica mirada de "no" que siempre le daba—. Mejor me voy.

Tras el chasquido de la compuerta ella se dedicó a encarar a Adrien. Ahora sí que estaba furiosa.

—Estoy harta de que hables sobre cómo quieres protegerme cuando todo lo que haces para conseguirlo te destruye a ti.

—¡Es mejor a que te haga daño a ti!

—¡Eres un pedazo de idiota! ¿Es que aún no entiendes que cuando te veo lastimado es como si me estuvieran hiriendo a mi?

—Pues aprende a vivir con ello...

Él se giró y ella le gritó.

—¡ADRIEN AGRESTE, COMO SE TE OCURRA IRTE TE JURO QUE LO VAS A LAMENTAR!

¿Quién es Hawk Moth? [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora