Todo estaba en blanco. Podía sentirse blanca como el espacio, incluso pensaba que estaba respirando ese blanco que significaba pureza, pero eso no significaba que se sintiera bien. Ese color tan pulcro también le recordaba la soledad, la ausencia de colores que añadía una vida bien vivida y no lo que a ella le tocó vivir. Había veces que, cuando se encontraba en ese lugar, se preguntaba si habría algún color si los sentimientos que le recorrían las venas no fueran la agridulce nostalgia, el miedo atroz a que otra cosa mala sucediera, el rencor picoso que ardía cada vez que pensaba en quién era el culpable, o el dolor de saber todo lo que había dejado atrás por el bien común.
El miraculous de la lechuza no se encontraba en el trasto musical de Fu como todos los demás. Fu, ese viejo descarado, lo escondía en un joyero que había pertenecido a la mujer que él amaba, alguien que él se rehusaba mencionarle a Aixa. No entendió qué significó que Fu le diera una diadema —una muy hermosa, además. Blanca, con cinco pequeños zafiros colocados en cadena— pero entendió todo cuando Minn apareció. La pequeña y antigua kwami la miró con ojos perezosos. Aixa sabía que los kwamis eran criaturas poderosas y antiguas y que, por lo que podía ser, Minn pudo haber estado dormida durante miles de años.
—Ella es excelente —felicitó Minn a Fu—, pero hay mucho por lo que trabajar. Hará grandes sacrificios. Tenemos que valorar eso.
En ese momento Aixa lo entendió: ella era la nueva portadora del miraculous. La forma en que Minn había dicho "Hará grandes sacrificios" sólo revelaba que la kwami ya sabía todo lo que sucedería.
—Un placer Aixa Agreste —le dijo Minn—. Yo soy Minn, el kwami del miraculous de la lechuza, el miraculous de la sabiduría. Y tú eres mi portadora, porque así lo elegí yo, y porque así es como debe ser.
Aixa se había quedado petrificada. Minn hablaba con una calma que hacía que sintiera escalofríos. Aún así, se armó de valor para decir:
—Mi nombre es Aixa Bourgeois.
—Ambas sabemos que estás loca por llamarte Agreste. Pensé que te gustaría ese toque de mi parte.
Y por eso y más, a través de los años, Aixa nunca le había mentido a Minn. Era un caso perdido tratar de hacerlo, incluso pensarlo: Minn siempre sabía lo que cruzaba por la mente de ella. En una ocasión, mientras había estado lejos, se había enterado que era a causa de un lazo que se formaba entre kwami y portador. Ese saber de todo, el conocimiento absoluto a la palma de la mano, hizo pensar a Aixa que el miraculous de la lechuza era el más poderoso de todos.
—Te equivocas —había dicho Minn, leyéndole el pensamiento como millones de veces había hecho—. ¿De qué te sirve saberlo todo si no puedes hacer nada al respecto, si no puedes cambiar nada? Sé todo lo que va a suceder, porque debe suceder así. Como mi portadora debes saber que, en un determinado momento, conocerás pasado, presente y futuro, incluso el tuyo, y que no puedes interferir en nada. Hay un orden natural para todo y ese es el que se debe seguir, sea un final bueno o malo. Nuestra misión es cumplir con que todo suceda como debe suceder.
Aquello aterrorizó a Aixa. El hecho de que Minn supiera cuál sería su final, la forma tan convencida en la que decía todo eso... como si no hubiera esperanza para todo lo que se avecinaba.
Estar en ese espacio en blanco era un ejercicio impuesto por Minn. Sabía que los portadores podían hacer diferentes ejercicios con sus kwamis en orden de poder controlar de una forma más pura los poderes del mismo a través del miraculous. Aixa había pasado años entrenando en aquel lugar, años que se sentían como milenios, siempre viendo el futuro o el pasado, enfrentándose a cada desastre de la humanidad y tratando de que todo siga su curso de todas maneras.
Ese día no era la excepción. Emilie al fin se había quedado dormida y Nathalie se había ido a la cama hacía horas. Era un buen momento para entrenar, para ejercitar su mente y, de cierta forma, despejarla. Esperó la visión que le daría Minn, tal vez algo relacionado a la Revolución Francesa o tal vez a la Revolución Industrial, hacía mucho que no practicaba en esos escenarios.
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¿Quién es Hawk Moth? [#3]
Fanfiction"Ella lo tomó del brazo y le obligó a darle la cara. -¿Dónde está Félix? -le instó-. Adrien, ¿quién es Hawk Moth?"