Después de aquel verano nada volvió a ser igual.
Fingir no conocer a la persona por la cual tienes demasiados sentimientos puede ser algo doloroso, pero vivir con la ausencia de un ser querido puede doler más.
¿Sabrán volver a la normalidad aún cuan...
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Sarah
Ya tenía cinco días con Liam, aunque solamente venía a dormir ya que durante el día estaba con los chicos. Aunque de Conrad no sabía nada, ya que siempre que llegaba a casa los chicos decían que él acaba de irse, era como si me estuviese evitando.
En serio? No me había dado cuenta, genio.
— De quién fue la idea de la cena, dices?
— Steven dijo que sería bueno tener una cena de gala, y aquí estamos; cumpliendo su capricho—. Me acerque a él para acomodar el moño que iba atado en el cuello de su camiseta blanca.
— Mhm, y las expectativas de que esto salga bien cuáles son?
— Cinco, tal vez?—. Se rió ante mi expresión y dejo un beso en mi frente aprovechando nuestra cercanía—. Además creo que dijeron que llegaba alguien de regreso.
— Invitaron a alguien más?
— Ajá.
Tome mi labial rojo y fui al espejo del baño para poder aplicarmelo con más facilidad.
Había decidió vestirme con un vestido de noche color esmeralda el cual tenía una abertura en la pierna que no hacía lucir algo sexy pero a la vez sofisticado, y unas mangas de tul que permitían ver la piel de mis brazos, sin duda era un vestido hermoso.
— Te ves hermosa, ya te lo había dicho?
— Todos los días, Liam—. Sonreí mirándolo por el espejo mientras se posaba detrás de mí.
— No quiero que está sea una noche incómoda, sabes a lo que me refiero. Estás segura de que quieres que vaya?
Sus brazos rodearon mi cintura mientras se inclinaba para posar su barbilla en mi hombro, conectando con mi mirada por el espejo.
— Estoy segura, además en algún momento va a tener que aceptarlo.
— Y crees que llegue ese momento?
— Sinceramente no, creo que te odia—. Ambos reímos.
— Tienes razón, entonces si me va a odiar por salir contigo hay que darle buenos motivos.
— Uh, Liam tratando ser malo?—. Me gire para posar mis brazos al rededor de su cuello.
— Como ni te lo imaginas.
Sonreí negando y plante un beso en sus labios con cuidado de no mancharlo por el labial aún fresco en mis labios.
— Hay que irnos o llegaremos tarde y Steven se enojara.
— Por supuesto.
Ambos salimos del baño, yo tomé las llaves de mi auto mientras que él me ayudaba a recoger mi bolso y mi mochila ya que regresaría de nuevo a casa.
