Capítulo 8

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—Es que no me lo creo, Paris. ¿Por qué esperar dos semanas para contarme este maravilloso suceso?

—Eso me pregunto yo. —murmura Aby desde el otro lado de mi habitación sin dejar de retocarse las pestañas.

—Estuve un poco ocupada, Khlo.

—¿En qué?

—En lamerle los pies a Alex.

Le lanzo una mala mirada a Aby cuando se me adelanta en responder.

—¿Ahora que hizo ese imbécil?—el coraje con el que mi prima lanza la pregunta, me sorprende.

Bueno, en realidad no, siempre que hablamos de Alex se enoja.

—Khloe no digas malas palabras. —la reprendo y por el espejo de mi armario veo como pone los ojos en blanco a través del teléfono.

—No soy una niña, Paris, ya tengo permitido decir malas palabras.

—Tienes 16.

—Oh, es verdad. Perdóneme señora, olvidaba que tengo 16 y que no tengo permitido decirle «imbécil» al imbécil.

Ruedo los ojos ante sus palabras y su tono de burla.

—En fin, aún no me dices que hizo el imbécil.

—¿Y como sabes que no fui yo la que le hizo algo?—entrecierro los ojos en dirección a la pantalla sin dejar de ponerme mis pendientes.

La mirada que me lanza es como si me estuviera diciendo: «¿En verdad dijiste eso?»

—Paris, eres tan buena que no eres capaz de hacerle algo a alguien. Incluso si te llegaran a hacer algo, tú eres la que pide perdón con tal de que no se alejen. Y más cuando se trata de ese imbécil.

Hago una mueca.

En el blanco.

—Así que confiesa, ¿Qué te hizo?

Suspiro.

Que caso tiene seguir escondiendo...

—Se enojó conmigo porque me fui a Nueva York sin avisarle.

Parpadea incrédula.

—¿Se enojó por eso? ¿En verdad por eso?

Asiento.

—Es increíble, ese imbécil cara de chango cada vez va peor.

—Khloe...

—Es verdad, Paris. No es nadie para que le digas a dónde vas o que vas a hacer.

—Eso mismo le dije yo. —grita Aby desde mi tocador, poniéndose el labial.

—Es mi amigo...

—Tú amigo, Paris. Es tu amigo, no tú madre para que le des estando explicaciones.

Vaya, mi prima de 16 regañándome.

Hasta ese grado has llegado...

Suspiro.

—Es que no quiero perderlo.

Esbozo otra mueca y se hace un silencio tenso en la habitación.

—Oye, Iris.

—¿Si?—me vuelvo a ver a Aby quien me mira totalmente sería.

Alerta roja: Aby nunca está seria.

—¿Has pensado por qué no quieres perder a Alex?—cuestiona acercándose a mí.

—Porque es mi amigo.

Enamorada de una super estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora