Capítulo 19

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Suspiro con fuerza y paso mis manos con agua sobre mi rostro quitando los últimos residuos del maquillaje. Recargo las palmas de mis manos sobre el lavamanos y clavo mi vista en el reflejo del espejo.

Toda una fiesta para tratar de descubrir que era lo que pasaba con Jayden y su raro comportamiento en Cancún, para solo confundirme más con sus palabras de hoy y no averiguar nada más allá de lo normal.

«Las cosas no son como crees.»

«Es que... no puedo decírtelo.»

«Jamás quise decirte ésas palabras; lo juro por mi corazón, pero no puedo decirte nada más allá de eso...»

Resoplo y paso la toalla por mi cara.

Esas frases no están haciendo nada más que seguir confundiéndome.

Con ese pensamiento rondando en mi cabeza, salgo del baño de mi cuarto de hotel y me siento a los pies de la cama, para empezar a quitarme los tacones.

Subo mi pie derecho sobre mi rodilla izquierda y llevo mis dedos hacía el broche del zapato para empezar con mi propósito, pero tres golpes a la puerta me hacen llevar mi vista hacía allá.

Frunzo el ceño.

—¿Quién podrá ser?—me hago la pregunta a mi misma y me levanto de mi asiento, justo al momento en que se desliza un papel blanco por debajo de la puerta.

Con la misma cara de confusión, me acerco hacía ella y me inclino para tomarla entre mis manos.

«Te esperó en el lobby. No tardes mucho.

Jayden.»

Mi corazón emocionado y exaltado, festeja, golpeteando con fuerza mi interior y un chillido de emoción sale de mis labios, acompañados por pequeños saltitos que doy sobre las puntas de mis tacones.

Sin perder más tiempo y, obedeciendo a las instrucciones de Jayden, corro hacía el baño para volver a aplicarme un poco de máscara para pestañas, rubor y brillo labial, antes de salir corriendo por la puerta de entrada, tomando por el camino mi teléfono y la llave.

Con lentitud, cierro la puerta intentando no hacer algún ruido que alerte a mi tía que, por cierto, descansa en la habitación frente a la mía.

Es una suerte que el día de hoy, Erick, se haya marchado luego de dejarnos en el hotel y no esté custodiando mi puerta.

Una suerte.

Trazo mi camino con pasos largos pero silenciosos para que mis tacones no se escuchen repiquetear contra el suelo que, aunque es alfombrado, tengo miedo de que se escuche.

Al llegar al elevador mis manos ya están sudando de nervios y la cabeza ya me está dando vueltas por la presión que me ha causado este pequeño camino.

Pulso repetidas veces el botón de bajar del elevador y no dejo de presionarlo hasta que las puertas metálicas de este, se abren.

Cuando entro en el, llevo mi dedo índice hacia el botón que dice «planta baja», y mientras esté me lleva hasta el Lobby, me doy la vuelta para verme al espejo y repasar mi aspecto.

Bueno, es una cosa del universo que no me vea mal, a excepción por mi casi falta de maquillaje y por algunos cabellitos mal acomodados que me encargo de reparar con rapidez.

Al llegar al piso de abajo, no me hace falta mirar dos veces para darme cuenta que Jayden es el que está justo en el centro del salón con el traje de su fiesta y repiqueteando la punta de su pie contra el piso.

Las mariposas molestas revolotean en mi estómago mientras me dirijo hacia él, hecha un manojo de nervios.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Enamorada de una super estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora