Capítulo 28

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—Esto me recuerda a mi época de la preparatoria —dice mi novio mientras me ayuda a bajar del carro, mirando la casa llena de gente—. Cuando después de las clases me iba de fiesta con mis compañeros y me embriagaba.

Frunzo el ceño y me le quedo viendo.

—Pero si tú no fuiste a la preparatoria.

—¿Y cómo lo sabes?

—Porque lo dijiste en una entrevista —digo como si fuera obvio—. Solo tomaste clases en línea.

Alza una ceja en mi dirección y me sonríe.

—Si que eres una fanática muy... atenta.

Cuando la última palabra sale de su boca, mi ceño fruncido se acentúa más al darme cuenta que, a juzgar por los segundos que se tardó para decir la palabra «atenta», no era la que tenía pensada para describirme.

Me cruzo de brazos y lo miro con fijeza.

—Si querías decirme «obsesionada» solo tenías que hacerlo y ya.

Miro a otro lado haciéndome la indignada, aunque en realidad estoy avergonzada, ya que no es agradable que tú artista favorito se de cuenta de lo obsesionada que puedes estar con él.

Estoy segura que él ya lo sabía.

O sea si, pero no es necesario recordarle lo mucho que estoy enamorada y obsesionada con él.

Punto positivo.

Por el rabillo del ojo veo como su sonrisa se agranda y, tras cerrar la puerta de su vehículo, da un paso hacia mí para tomarme de la barbilla y guiar mi mirada hacía él.

—No deberías avergonzarte de estar «obsesionada» conmigo, rubia.

—No estoy avergonzada. —murmuro, sintiendo mis mejillas calentarse al ser descubierta.

—Si que lo estás y no deberías, rubia. No cuando eso significa que yo soy el pensamiento que más ocupa tú mente.

Una sonrisa desvergonzada aparece en mis labios y seguido de eso, una suave risa se escapa de garganta —consecuencias de las múltiples sensaciones que me hizo sentir ese comentario—, que me encargo de cubrir con mi mano a los segundos.

Mi novio me observa con una sonrisa ladeada, luego de mi risita y envuelve un mechón de mi cabello con su dedo índice.

—¿Te he dicho lo mucho que me gustan tus soniditos?

—Creo que te he escuchado decirlo alguna vez. —respondo, sintiendo mis mejillas rojas.

—Bien, que no se te olvide.

Tira de mi mechón de cabello y junta nuestros labios en corto que altera a las mariposas de mi estómago.

—Ven —entrelaza su mano con la mía—, entremos a tu fiesta.

Me dejo guiar por Jayden hacía la casa en donde se está realizando la última fiesta de mi curso.

Conforme nos vamos acercando, alguna de las personas que se encuentra en el patio delantero, llevan la vista hacía nosotros, identificando casi inmediatamente al cantante que tengo a lado mío; y me doy cuenta de eso porque la mayoría, que no son nada disimulados, abren los ojos de par en par, mientras que a algunos de ellos se les sale algún suspiro o jadeo de impresión.

Aprieto la mano de mi novio, mientras pasamos por el camino de piedra que está entre la jardinera, y voltea a verme de inmediato.

—Todos te están mirando. —le digo lo suficientemente alto como para que escuche enfrente de la música que sale de la casa.

Enamorada de una super estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora