Capítulo 23

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Capitulo dedicado a Jenn, una de mis preciosas lectoras que me ha acompañado en este recorrido desde mi primer libro.

Gracias por siempre estar a mi lado y espero me acompañes en los libros que vengan <3.

Te quiero muchísimo, vida mía. 

Feliz cumpleaños.


Canto con emoción y sin vergüenza, una de las canciones de Jayden que se van reproduciendo en su estero. Y, acompañando mis horribles cánticos, golpeo las palmas de mis manos suavemente en mis piernas al ritmo de la canción que, por cierto, es una de mis favoritas.

—Vaya, creo que voy a contratarte para que vayas a cantar a mis conciertos. —dice, sonriente, cuando la canción finaliza.

Siento el sonrojo llenar mi cara.

—Sería una muy mala idea porque, como pudiste escuchar, me salen muchos gallos.

—¿Si? Bueno, yo no note eso.

—¿Ah no?—lo observo incrédula.

Es imposible que no haya escuchado mis gallos si estaba manejando conmigo a lado.

—No.

—¿Entonces que escuchaste?

—Simplemente escuché tu preciosa y sensacional voz entonando mis canciones.

Tapo mi rostro y suelto un chillido, combinado con una suave risa, de emoción al escuchar sus palabras.

Jayden suelta una de sus preciosas risas.

—¿Ya te dije que adoro el sonido que haces cuando te emocionas?

Las mariposas golpean con fuerza mi interior.

—¡Ya, Jayden! ¡Siento mi cara super roja!

—Deseo ver eso.

Antes de poder hacer algo, siento como las manos de Jayden toman mis muñecas, para así apartar mis manos de mi rostro.

Sus ojos chispean y una sonrisa aparece en su cara.

—Que preciosa eres —se inclina hasta quedar rozando mi nariz—, tomatito.

Hago mala cara, la cuál es sustituida, casi al instante, por un suspiro cuando lo siento dar un pequeño y tierno beso en mis labios.

Sonrío.

—Creo que en lugar de comprar la inicial con tu nombre, hubiera comprado una cadena con una figura de un tomate.

—¡Jayden!

Hago un puchero al sentir mi cara caliente de nuevo y él, nuevamente, vuelve a burlarse de mí.

—Es broma, rubia —deja un beso en mi boca—. O talvez no.

Le hago mala cara.

Vuelve a acomodarse en su lugar para avanzar de nuevo y es cuando me doy cuenta que esta orillado.

Frunzo el ceño.

—¿Te orillaste solamente para ver mis mejillas de tomate?

—Por supuesto, rubia. —dice como si nada y vuelve a arrancar.

—Eres malvado, Percival.

Hace una mueca.

—No uses más ese nombre, por favor.

—¿Cuál? ¿El de Percival?—cuestiono, burlesca.

Vuelve a hacer una cara de asco.

—Voy a despedir a Clarise por haber revelado ese estúpido nombre. —dice entre dientes.

Enamorada de una super estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora