Capítulo 32

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Han pasado, exactamente, 26 horas desde que salió está noticia con Jayden y 25 horas desde que tuve esa charla y me quitó el celular.

No han sido horas agradables...

Han sido unas horas de tanto llanto que la cabeza me duele y los ojos me arden. Y puedo culpar de antemano, que la razón número uno de que mis lágrimas no pararan, se debe al hecho de que mi teléfono estuvo sonando unas 40 veces más —sin exagerar— luego de que mi mamá me lo quitó, y no paró aquella vibración hasta que mi mamá se levantó a apagarlo.

Y, aunque sí fue un gran alivio para mí dejar de escuchar aquel sonido, la paz duró poco, porque entonces mi computadora empezó a sonar anunciando el inicio de una videollamada. Eso hizo que la ansiedad que estaba sintiendo, incrementara bastante, hasta convertirme en un manojo de nervios y llanto que tampoco cesó, hasta que mi mamá fue a apagarla; tal y como lo hizo con mi teléfono.

Después de eso, todo volvió a calmarse nuevamente, aunque no lo suficiente como para mantenerme sin llorar más de dos horas.

Pasé la noche con mi mamá, acurrucada en sus brazos como niña pequeña, y mientras ella descansaba, yo no podía parar de pensar si Sarah estaría ahora durmiendo entre los brazos de Jayden, o si él seguiría marcándome, a pesar de las horas, buscando poder hablar conmigo.

Esa duda desapareció de mi mente apenas caí dormida, a comparación del pensamiento sobre Jayden, quién me acompañó en un agradable sueño durante toda la noche. Hasta que desperté y volví a la cruel realidad...

—¿Paris? ¿Cielo?—la voz de mi mamá me saca de mis pensamientos, atrayendome a la realidad, y saco mi cabeza de las sábanas para mirarla.

—¿Si?

—¿Cómo te sientes?—pregunta, acercándose a mí.

—Mal.

Dejó caer mi cabeza sobre la almohada y a los segundos, mi mamá se sienta a mi lado con una mueca de preocupación.

—Oh, mi niña.

Desliza su mano por mi rostro, acariciándo mi mejilla con suavidad.

—Ya no quiero tener más el corazón roto. —susurro y cierro con fuerza mis ojos cuando siento las lágrimas arremolinarse en ellos.

—Lo sé, cielo. Lo sé.

—¿Cuánto tiempo me sentiré así?

—Todo dependerá de ti y de las ganas que tengas de sacar adelante ese corazoncito tuyo.

—¿Cuánto tiempo se tardó tú corazón en recuperarse después de que mi padre te dejó?

—Más tiempo del que me gustaría, hija.

Suspiro y me hago ovillo en mi lugar.

—Espero que a mí no me tomé tanto tiempo. —susurro.

—Esperemos que no, Iris —me da una pequeña sonrisa—. Oye, por cierto, te traje algo que te va a ayudar con ese corazoncito tuyo.

—¿Ah si?

Asiente y ladeó mi cabeza, curiosa.

—¿Qué es?

—¡Somos nosotras!

Me alzo sobre mis codos con rapidez al escuchar una la voz femenina de Aby, y cuando veo a mi mejor amiga y a Khloe en la entrada, las ganas de llorar regresan a mi.

—¿Qué hacen aquí?—pregunto en un hilo.

—¡Vinimos a verte!—exclama Aby—. ¿Qué mejor que tus amigas para ayudarte con problemas del corazón?

Enamorada de una super estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora