Capítulo 36

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Capítulo dedicado a Paris.

¡Feliz cumpleaños, rubia!


La vida es difícil.

Si.

Muuuy difícil.

Si.

No es tan sencillo y bonito como lo pintan en las películas de Disney.

Claro que no.

Todo es más complicado de como lo parecen ver.

Efectivamente.

Lo único fácil que he tenido en mi vida, fue cuando estaba en el preescolar y me enfocaba en comer, dormir y hacer pipi.

Si, yo también.

Luego de eso todo se volvió complicado, frío y oscuro.

Confirmo.

Más aún cuando empezaron a enseñarme las tablas de multiplicar.

Comparto la opinión.

Desde ese momento supe que no se vendría nada fácil en la vida, y tenía razón, porque aquí estoy, tirada en el suelo, lamentándome y buscando una algo que me ayude a solucionar el problema que tengo con el hombre de afuera, el cual desde ayer en la noche, me he prohibido volver a ver.

Suspiro y paso las manos por mi cara.

—Si tan solo me hubiera hablado con la verdad... —murmuro.

—¿Has terminado tu charla contigo misma?

La voz de mi mamá interrumpe mi momento de drama y llevo mi vista hacia la entrada de mi habitación, en donde la veo parada con las manos en jarras.

—Si, ya acabé.

—¿Y? ¿De que fue tu charla está vez? —cuestiona, acercándose a mí.

—De lo mismo de siempre: Jayden.

—Oh, ya veo.

Al segundo en el que sale esa respuesta de sus labios, mi madre se sienta en el piso, a lado mío, y luego se recuesta, quedando justo en la misma posición en la que me encuentro.

—¿Quieres contarme de qué iba la conversación?—cuestiona con suavidad.

Suspiro y clavo mis ojos en mis manos.

—Solo pensaba que, si Jayden me hubiera dicho la verdad, nada de esto estaría pasando. —respondo con pesar.

—¿Y cuál es la verdad?

—La verdad es que en realidad no me fue infiel, mamá.

Me incorporo, quedando sentada en mi lugar, mientras mi mamá me observa con el ceño fruncido.

Tomo una bocanada de aire.

—Ayer salí a ver a Jayden. En la noche

Las cejas de mi mamá se alzan, su rostro se llena de impresión y se alza sobre sus codos con rapidez.

—¿Qué?

—No podía dormir y simplemente salí —miro al piso, apenada—. Lo siento, mamá.

Mi mamá no responde nada, en cambio, la escucho tomar una gran bocanada de aire y, por el rabillo del ojo, veo como se impulsa con las manos hacia arriba, para quedar sentada.

—¿Quieres contarme qué ocurrió?

Asiento una sola vez con la cabeza.

—Adelante, cielo. Te escucho.

Enamorada de una super estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora