22. Platos rotos y un pequeño hechizo

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Jade Jhonson

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Jade Jhonson.

09 de diciembre, 2018.

Saber que es diciembre, se siente como una tortura y por más que no lo quisiera, no paro de ver la fecha en el calendario que cuelga en la pared y entonces, me encuentro tachando un día menos, de esa forma, puedo llevar un conteo que me hace tragar con fuerza.

Dejo el marcador en el escritorio y vuelvo a la cama, abrazando con fuerza la almohada, a la vez que comienzo a experimentar un molesto picor en los ojos que se extiende hacia mi nariz, cosa que me hace arrugarla.

Veintidós días, eso es lo que me queda y se siente insuficiente ese tiempo, no se siente como si pudiera lograr el objetivo que se supone deba cumplir para la fecha.

Noviembre fue un mes de la mierda, con algunos momentos no tan de la mierda, pero eso no quita que no fue un bonito mes y dudo que este vaya a mejorar. Tan solo deseo que todo se acabe, estoy cansada de esperar, mis ojos duelen de tantas lagrimas derramadas y pensar que aún quedan veintidós días de llanto, me parece agotador.

¿Por qué no solo me convirtieron en un gato y ya?

¿Por qué torturarme de esta forma tan horrible?

Se supone que son cupidos y, por ende, se supone que saben que el amor no funciona de esa manera y mucho menos en un caso como lo es el mío, en el que la otra parte no está en una de las mejores situaciones cuando se habla del ámbito emocional, cuando tan solo hace un mes, supo que en realidad no amaba a su exnovia.

Detesto sentirme sola en esto, detesto no poder decirle, detesto tener que mentirle y, sobre todo, detesto el simple hecho de pensar que lo más probable es que me esfumaré de su vida sin dar una explicación al respecto, detesto estar sintiendo mucho por él y que quizás, no sea recíproco.

Escucho que alguien toca a la puerta de mi habitación y al alzar la mirada, encuentro a Estella, recostada en el marco de la puerta con una triste sonrisa.

—¿Puedo pasar?

Restriego mi mejilla y sorbiendo, asiento.

—Disculpa que me veas así... —suelto una risa apagada—. No esperaba recibir visitas.

Ella se adentra en mi habitación y toma asiento en la orilla de la cama, suspirando.

—Sí... Eda me dijo que estarías aquí y quise venir a hacerte un poco de compañía —me mira y sonríe—. Ahora espero poder servir de algo para mejorar esos ánimos...

Después de volver a sorber, sonrío un poco.

—Es difícil, ¿Sabes? —me siento, abrazando la almohada contra mi pecho—, es difícil que todos te digan que las cosas estarán bien, que aún hay esperanzas —alzo un hombro y llevo un mechón de cabello, tras mi oreja—. A veces pienso que así es y me tranquilizo, pero otras veces... pienso en... ¿Y si no...?, ¿Y si termino como la tía Amelie?

Hechizada [PARTE 1 COMPLETA - PARTE 2 EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora