Capitulo 21

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Carlos

Un dolor se instaló en pecho al ver su sonrisa desvanecer al escuchar mis palabras, no quería ocultarlo, una verdad a medias no era verdad, mi corazón se partió tanto como el de Elisa a pesar de que yo ya lo sabía, solo me gustaba imaginar que era mentira.

- Preciosa, ey- intenté calmarla y explicar todo con más detalle, pero no parecía escucharme - Elisa, escúchame, Elisa- me acerque a ella tomándola por los hombros, pero no reaccionaba, así que opte por levantarla y ponerla en mi regazo, como si de una niña indefensa se tratara, su pequeño cuerpo se pegó al mío buscando refugio - preciosa yo no te voy a dejar jamás, te amo mi vida te amo ...- susurre una y otra vez

- te voy a perder- su voz era ahogada y apenas perceptible, pero yo la escuche muy claro, igual que el sollozo

- no, no lo harás- la apreté más a mí cuidado no lastimarla

- lo leí, no podrás hacer nada cuando la conozcas- los sollozos se hacían cada vez más intensos, pero se equivocaba, a mí nadie, nada me obligaba a hacer algo, y yo quería estar con Elisa, MI Elisa. – El amor que se siente es inexplicable ¡el uno para el otro! ¡Me dejaras de amar! ¡lo harás en cuanto la mires!

- Te lo prometo- levanté su rostro para que me viera, lágrimas corrían por su rostro; las limpie, no debía llorar por nada ni nadie, yo me encargaría de que fuera feliz, que siempre lo tuviera todo- Nada nos va a separar- la atraje a mí y la besé, su cuerpo transmitía calor que traspasaba el mío y llegaba al corazón, aquel que ahora latía con fuerza; cuando un día creí que dejaría de latir. Me separé de ella no por gusto ni por falta de aire, estaba consiente que ello lo necesitaba más que yo. Rodeó mi cuello con sus brazos y yo la seguí juntando a mí con los brazos a su cintura.

- ¿Lo prometes? Por lo menos prometes decirme la verdad cuando aparezca- sus ojos me miraban con tristeza sin esperanza.

- No... yo te prometo que siempre estaré contigo- acaricie su rostro, no podía imaginar mi vida sin ella, quien me podía decir que esto no era amor de verdad, no imaginaba algo más grande que esto

- Te amo, ¡cielos, te amo tanto Carlos! tengo un miedo enorme a perderte, no me importa que seas, no te quiero perder – podía sentir la angustia en cada palabra

- No lo harás preciosa, además ella podría aparecer en más de 50 años, el último de mi especie tenía doscientos años cuando encontró a su mate- ella abrió los ojos sorprendida

- Entonces probablemente estaré muerta cuando eso pase- eso encendió mi alerta, me olvidaba de lo importante, si la quería conmigo debía... convertirla.

Pero aún tenía unos años para eso, podía esperar, aún era muy joven, si cambiaba de opinión si ella quería elegir a alguien más... No, no permitiría que nadie me la quitara, era mía... Para siempre.

- No, te convertiré- Bueno Erick o Nadia, yo no podía porque mi veneno la mataría

- ¿Convertirme? -

- hablaremos de eso después, te llevo varios años, así que no nos preocupemos por eso ahora- acaricie su cabello de manera sutil

- Tengo muchas dudas- dijo pegando su rostro a mi pecho

- te contestaré toda pregunta que me hagas, pero ahora te llevaré a casa, la tormenta casi se ha ido- Se abrazó nuevamente a mí y protestó, la entendía yo también quería seguir así, pero nos teníamos que ir era realmente noche.

La elevé y me levanté colocando sus piernas a mi alrededor y llevándola al auto en un par de segundos, escuché que soltó un grito, pero apenas tuvo tiempo de hacerlo.

Mi Destino... Una elecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora