CAPITULO 23

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Seguíamos tumbados junto a la cascada, el agua que caía salpicaba nuestras caras. Se había levantado una brisa agradable, mis piernas estaban enroscadas en las de Dante y mi cabeza apoyada en su pecho, el latido de nuestros corazones se había sincronizado, el tocaba mi pelo, yo acariciaba sus cicatrices.

- Te lo pusiste.

Le mire sin entender muy bien a qué se refería.

-El collar.

-Si.

- Lo deje para que te protegiera mientras no estaba. Es un collar de protección, era de mi madre, es de los pocos recuerdos que me quedan de ella.

- Cuando no tengas que volver a irte te lo daré.

-No cuando no haga falta proteger a nadie será cuando me lo darás.

Le sonreí, mientras seguía acariciándole, con mis manos toqué una cicatriz que sobresalía más que el resto.

- Son marcas de guerra.

- ¿De guerra?

- Podría decirse, esas que estas tocando me las hizo otro hombre lobo, uno que intento atacar el Clan. Fue al principio de ser nombrado Alfa, era un lobo extremadamente fuerte, me desgarro el costado.

- ¿Sabes quién era?

-No, seguramente del Clan de Cancervero, suelen ser los únicos que atacan otros Clanes, a lo mejor su Beta, no te puedo decir.

- ¿No conoces a los miembros de su Clan?

- No, son escurridizos como serpientes, no se dejan ver fácilmente, a ese le pille acechando y le asalte.

Me incorpore y me quede sentada mirando a Dante.

-Dante, quiero contarte una cosa.

Dante me miro muy serio y con un gesto de preocupación en su cara, también se incorporó y se sentó, se puso enfrente de mí, cogió mi pelo y me lo coloco detrás de mi oreja.

- ¿Qué pasa lobita?

No sabía por dónde empezar a contarle el sueño que tuve, sabía que iba a ser algo incomodo de contar y más a él. Pero necesitaba hacerlo, Dante era la persona en la que más confiaba, la que más se preocupaba por mí, era mi compañero y no me gustaba ocultarle nada.

- El otro día tuve un recuerdo.

- ¿Qué tipo de recuerdo?

- No fue un recuerdo tal cual, fue un sueño, pero sé que no era un sueño normal, sabía que eso lo había vivido. Le pregunte a Edon que si podía ser algún tipo de recuerdo y me dijo que si podía ser.

- ¿Se lo contaste a Edon?

-No, solamente le pregunte si era posible recuperar recuerdos a través de los sueños. -Dante asintió con la cabeza. -Me da cosa contarte esto, espero que no me juzgues, pero necesito hacerlo.

- Ey, tranquila, nunca te juzgare, cuéntamelo.

Dante me agarro las manos, suspiré y empecé a hablar.

- El sueño empezaba conmigo en una habitación, sentía como esa habitación era la mía, la que yo tenía en mi casa. Tenía una ventana con vistas a la ciudad y una estantería con fotografías y libros, no llegaba a ver bien las fotografías, estaban borrosas. Las paredes estaban revestidas con ladrillo, había poca luz era de noche y solo una lamparita de mesilla era la que daba luz a la habitación. Yo me encontraba tumbada en la cama y estaba desnuda, en ese momento apareció un hombre en la habitación y se tumbó sobre mí. -Hice una pausa y cogí aire y le conté todo lo que sucedió en el sueño. -No era yo, mi cuerpo y mi mente estaban sometidos a él. Era incapaz de moverme, incapaz de pensar en nada.

Claro de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora