CAPITULO 4

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Me quede sola en la cabaña, necesitaba un momento para procesar todas las cosas que me habían ocurrido hasta ahora. Tenía muchas preguntas en mi cabeza, muchas dudas ¿Tenia familia? ¿Estarían buscándome?

No conseguía recordar absolutamente nada de mi pasado, todos mis recuerdos parecía que estaban bloqueados. Cada vez que intentaba recordar algo de mi pasado, de mi vida, un dolor insoportable me nublaba la mente.

Me dirigí hacia la habitación, era una habitación pequeña, con un gran ventanal, al igual que el resto de la casa todo era de madera, tenía un espejo y un armario empotrado y en el medio se encontraba la cama.

Necesitaba darme una ducha y relajar mi cabeza y mi cuerpo. Abrí el armario a ver si por casualidad allí había algo de ropa, ya que no tenía más que lo puesto, pero no, solamente había dos pares de camisetas básicas blancas, que encima eran enormes. La cogí, no tenía otra cosa.

Fui al baño y abrí la ducha, cuando el agua caliente empezó a caer por mi piel, por fin pude relajarme y despejar mi cabeza. Mientras me duchaba note que había algo detrás de la ventana del baño, no podía ver muy bien lo que era porque el cristal estaba empañado, pero parecía un animal. Un animal muy grande.

Después de ducharme fui hacia la cocina, la cocina sí que estaba llena de cosas. La nevera estaba repleta de comida, en la encimera se encontraba un frutero con un montón de fruta fresca. Me hice un sándwich y cogí una manzana del frutero.

Después de cenar fui a la cama, necesitaba dormir.

- Papá, papá... ¡No!

Me desperté en mitad de la noche llorando y asustada. Había tenido una pesadilla que no lograba asimilar. Imágenes extrañas pasaban por mi mente sin ser capaz de saber que significaban y unos ojos amarillos que me miraban fijamente, solo podía recordar eso y esa última imagen aparecía una y otra vez por mi mente.

La Luna Llena iluminaba mi habitación. Sonidos de lobos inundaban toda la cabaña. Estaba aterrada, Salí corriendo de la habitación y me fui hacia la puerta quería salir de allí.

La puerta estaba cerrada y no tenía llaves. Dante me había encerrado, me puse a llorar y a golpear la puerta gritando y llorando.

- ¡ABRIRME POR FAVOR! ¡AYUDA, ABRIRME LA PUERTA! QUIERO SALIR DE AQUÍ ABRIRME LA MALDITA PUERTA.

Seguía dando golpes a la puerta, con intención de tirarla al suelo, le di empujones, patadas, pero seguía sin abrirse. Corrí hacia las ventanas, pero estaban cerradas. Me habían encerrado en esta maldita cabaña.

Me asomé por el ventanal de mi habitación y pude ver un montón de animales, parecían lobos, pero no eran lobos normales, eran enormes y no paraban de aullar.

Giré la cabeza y justo al lado de la cabaña escondido entre unos matorrales pude ver unos ojos amarillos mirándome, los mismos que en mis sueños.

Fui corriendo a la cocina y cogí el cuchillo más grande que encontré y lo lleve a mi habitación, cerré la puerta y me senté en la cama con el cuchillo en la mano, estaba aterrada, note que me estaba dando un ataque de ansiedad, me faltaba el aire y solo podía llorar, la boca se me había secado. Ya no me salían las palabras o los gritos, pero estaba dispuesta a cualquier cosa o atacar si fuera necesario.

De pronto escuche un ruido, alguien había entrado en la cabaña, apreté el cuchillo lo más fuerte que podía, escuche como las pisadas iban hacia mi habitación y de pronto se abrió la puerta.

- ¿Kyria?

Era Dante, estaba ahí en mi habitación. Levante el cuchillo, me daba igual quien fuera.

- Tranquila, soy yo Dante.

Se acerco a mí y me quito el cuchillo de las manos tirándolo al suelo. Se sentó en la cama y me llevo hacia el envolviéndome en sus brazos.

Me aferré a él y escondí la cabeza entre su pecho, no podía parar de llorar.

- Tranquila lobita, estoy aquí, ya ha pasado todo.

Me acariciaba la cabeza y el pelo mientras yo seguía llorando.

-Dante, los ojos amarillos... estaban ahí, los he visto... los mismos que en mis pesadillas.

- Schhhh... ya está, ya paso todo.

Me cogió y me tumbo en la cama, él se tumbó a mi lado y puso mi cabeza sobre su pecho, me envolvía en sus brazos y por primera vez en mucho tiempo me sentí protegida y pude dormir.

Claro de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora