Miraba el cuerpo de Lucil, yacía en el suelo sin vida, la tierra de su alrededor estaba manchada de su sangre. No podía apartar la vista de ella, era la primera vez que quitaba la vida a alguien, aunque lo hubiera hecho por evitar su agonía y sufrimiento, no podía evitar mirar mis manos con horror.
- Se lo que sientes. -Dijo Cancervero. -Todos hemos tenido una primera vez.
Le mire, apenas había una chispa de culpabilidad en su ojo amarillo, su semblante era de una fría indiferencia.
-Era tu hija.
-Ella nunca mereció ese título, siempre fue débil de corazón.
Me levante del suelo y mire fijamente a Cancervero, observe su rosto, su mirada y me fije con atención en el parche negro que llevaba tapando uno de sus ojos. Empecé a atar hilos en mi cabeza, recordé como Lucil antes de morir echaba su mano hacia uno de sus ojos, sabía que ella intentaba decirme algo ¿Y si era eso? ¿Y si lo que quería decir Lucil es que les atacara a los ojos? Tal vez era un punto débil, puede ser que incluso fuera el único punto débil que tenía. Él nunca había llevado un parche en el ojo, si ahora lo llevaba significaba que le había pasado algo, que alguien había conseguido herirle. Lucil había perdido sus últimos minutos de vida en intentan ayudarme y ahora era mi oportunidad, tenía más o menos claro lo que tenía que hacer, pero tenía que ser más inteligente que él. Cancervero no contaba con que yo tuviera esa información, el seguía pensando que yo le veía como alguien invencible y por primera vez algo jugaba a nuestro favor.
- ¿Has visto lo que hay a tu alrededor? -Hizo un gesto con la mano para que mirara.
Gire la cabeza y mire todo lo que me rodeaba y era absolutamente espantoso y desolador. A mi alrededor decenas de cuerpos yacían sin vida en el suelo, los lobos luchaban los unos contra los otros con el único propósito de arrancarse la vida, la furia asesina se veía en sus miradas independientemente del bando al que pertenecieran, lo único que querían era herirse y matarse entre ellos y algún afortunado tendría la suerte de sobrevivir. Ninguno era dueño de sus propios actos, todos éramos peones en un tablero de ajedrez donde hacía años una profecía había decidido por nosotros que tenía que ser así.
Cancervero se situó a mi lado, podía sentir como su mano rozaba la mía. El contacto con su piel me daba verdaderos escalofríos y lo único que quería era acabar con él, ayudar a mi gente y acabar con tanta muerte y destrucción. Respire hondo, no podía dejarme llevar por mis sentimientos, tenía que esperar a que llegara el momento perfecto.
- Esto no tendría que ser así Kyria.
- ¿Qué propones?
- Podríamos desafiar a los oráculos y dejar a un lado la profecía. Solo tú y yo tenemos el poder de cambiar las cosas, podemos acabar con todo esto y crear otro futuro. Juntos podríamos hacer cualquier cosa. -Cancervero me agarro de la mano y me giro para que lo mirara. - Podemos unir nuestras fuerzas y crear un nuevo Clan juntos, donde no haya guerras ni luchas, done podamos vivir en hermandad, donde nadie pueda decidir lo que tenemos que hacer o cual es nuestro futuro.
Sabía que estaba mintiendo, sabía que todas las palabras que salían de su boca eran absolutamente falsas que lo único que quería era convencerme porque sabía que nada de esto me gustaba, pero aun así deje que se confiara y le deje hablar.
- Tú eres la única mujer digna de estar a mi lado. -Agarro mi cara con sus manos, con una fría delicadeza que me sorprendió y me miraba fijamente a los ojos. -Ya hemos estado juntos antes y tú me querías, sabes que nos compenetramos muy bien, todavía recuerdo cada uno de los momentos que pasábamos juntos...
Una de sus manos empezó a acariciar mi espalda, mi piel se relevaba contra el tacto de su piel, sentirle tan cerca de mi prácticamente me provocaba nauseas.
ESTÁS LEYENDO
Claro de Luna
FantasyHace 27 años el oráculo del Bosque de los Siete Sabios hablo por primera vez después de siglos en silencio: "La primera niña nacida en Luna Nueva no será una hija de la Luna, ella tendrá su magia y su magia será la Luz en la Oscuridad. El fin llegar...