CAPITULO 17

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Dante estaba pensativo, pese a que ya hacia un rato que se habían ido todos, seguía sentado en la silla, con las manos en la mesa flexionadas apoyando su cabeza. Retiré una de las sillas y me senté enfrente suya, le miraba sin decir nada. Los minutos pasaban y él seguía sin hablar, después de tanto tiempo callados ya empecé a ponerme nerviosa.

- Dante, di algo.

- ¿Qué quieres que diga Kyria?

- No lo sé, pregúntame mi opinión o dime lo que estás pensando, tendremos que hablar de todo lo que acaba de pasar.

- Creo que no hay mucho más que añadir, lo he dejado todo claro. Cada uno de nosotros tiene una misión que cumplir y sabemos cuál es nuestro papel en todo esto.

- Pues yo no estoy de acuerdo con algunas cosas Dante.

Por primera vez desde que se habían marchado todos, Dante se movió, quito las manos de su cara y me miro, podía ver en sus ojos que sentía miedo, aunque lo tratara de ocultar.

- ¿Tú también vas a cuestionarme? ¿También vas a intentar decir lo que tengo que hacer? ¿O como tengo que hacerlo? ¿O simplemente no tenerme en cuenta y actuar como si yo no estuviera? ¿Cómo si mi opinión y mi autoridad no sirvieran de nada? ¿Cómo si no fuera un buen Alfa capaz de dirigir a su gente?

Conocía a Dante lo suficientemente bien como para saber que todo lo que estaba diciendo era el dolor y los sentimientos que había sentido hacia Edon durante la discusión que habían tenido, era el dolor que sentía el que estaba hablando por él, esa maldita barrera que levantaba cuando no quería que nadie viera sus sentimientos reales.

Me levante de la silla y me senté a su lado, le cogí las manos y las entrelace con las mías.

- Escúchame... nadie tiene que decirte como hacer las cosas, creo que en todos estos años has demostrado tu solo, lo valioso y lo buen Alfa que eres para el Clan. Aquí todo el mundo te quiere y te respeta. Sé que todo lo que estás diciendo es por la barrera que levantas cuando no quieres que nadie sepa tus sentimientos y para impedir que te hagan daño, porque no quieres que nadie conozca a tu verdadero tú, pero a mí no puedes mentirme Dante, tus sentimientos son los míos, tu alma es la mía, yo puedo sentirlos también. - Dante apretó mis manos, tenía los ojos vidriosos y vi una pequeña lagrima que se escapaba por su mejilla, aunque se la limpio rápidamente. - Se que Edon te abandono, sé que has tenido que afrontar la vida tu solo desde que eras muy joven, que cuando te nombraron Alfa no tuviste su ayuda o que jamás estuvo para darte un consejo o para decirte como podías actuar ante dificultades. Siempre has tenido que luchar tu solo, sin tener a tu padre como guía o simplemente para sujetarte si lo necesitabas. Por eso entiendo lo que ha pasado antes, verle a él siendo quien decidía que hacer o cómo hacerlo a ti te cabreara, entiendo cómo te pudiste sentir en ese momento.

- Entrar a mi casa y encontrarme un consejo, con los lobos más importantes según él, de mi Clan, sin tener yo absolutamente ni idea de nada. Hablar de ti, de tu poder y tu magia, de lo que había que hacer, contarles a todos la profecía con pelos y señales, sin consultar antes si estábamos de acuerdo o no en dar según qué información... todo eso ha hecho que reaccionara así. Acepto todo tipo de consejo y sugerencia, dejo hablar a todo el mundo... muchas veces cualquier persona puede dar una visión que yo no tengo y estar más acertada ¿Sabes? Pero no así... No puedes presentarte aquí después de catorce años como si siguieras siendo el Alfa del Clan, como si no pasara nada y sin tenerme en cuenta, como si todavía fuera un cachorro, como si siguiera siendo el niño que pasaba con Gertru las noches porque las pesadillas no me dejaban dormir. No conoce el Clan, la gente que había cuando él estaba no son los mismos que hay ahora, el Clan ha crecido y él no los conoce. Hay algunos a los que confiaría mi vida si fuera necesario, pero hay otro... que no sé hasta

Qué punto hay que darles según qué información...

- ¿Te refieres a Lucil?

Dante movía la cabeza para los lados.

- En cierta parte...

- ¿No te fías de ella?

- Me fio de ella hasta cierto punto... pero no es la única de la que tengo algún recelo.

- Te entiendo, entiendo todas las cosas que me dices, pero como tú mismo has dicho hace un rato, tus logros son los míos y tus fracasos también. No guardes todo lo que llevas dentro solo para ti, puedes compartirlo conmigo, como has hecho ahora.

- Lo sé, no es algo que haga aposta, me sale solo actuar así ¿Sabes? Es algo que tengo que intentar cambiar. Llevo tanto tiempo solo, que a veces se me olvida que contigo puedo ser realmente yo. -Parecía que su actitud había cambiado un poco, ahora que se había abierto conmigo, incluso su expresión corporal había cambiado, ahora estaba más cercano y su cara también se había relajado un poco. - ¿Qué era lo que querías decir? ¿En que no estás de acuerdo?

Le sonreí, si había algo que realmente me gustaba de Dante es que siempre me escuchaba y quería saber mi opinión.

- No estoy de acuerdo en que el papel que ocupo yo en todo esto solo sea el de entrenar y prepararme con Edon. Sé que es algo que tengo que hacer, pero creo que estoy preparada para hacer más cosas. No me parece bien que seáis tu y Break los que vayáis a formar alianzas con los siete Clanes solos, creo que yo también debería de ir.

- No.

- ¿Por qué no? La profecía habla de mí, también puedo servir de ayuda...

- He dicho que no, no hay más que discutir.

- Me da igual que no quieras discutirlo Dante, no estoy de acuerdo en que os vayáis los dos solos ¿Sabes todo lo que podría pasar? Estaríais fuera de nuestras tierras, tú sabes perfectamente lo que eso significa, el peligro que podéis correr los dos, si yo fuera con vosotros podría ayudaros en el caso de que os atacaran o sucediera algo y también sería más fácil hacer alianzas con los otros Clanes, porque al verme podrían comprobar que todo lo que decimos es cierto.

- ¡No lo entiendes! -Dante soltó mis manos enfadado y se levantó de la silla. - Para todo el mundo tu solo eres la chica de la profecía, les da igual lo que te pueda pasar, no les importa, tu solo eres una maldita ficha en su juego ¡No les importa ponerte en peligro! Viniendo conmigo habrá Clanes que se unan a nosotros por ti, pero habrá otros que quieran matarte o capturarte para entregarte a Cancervero, con tal de salvarse ellos. Solo quieres que cumplas lo que está escrito, les da igual que mueras mientras les salves a ellos ¡Tu vida no les importa, pero a mi si! No puedo permitirme el perderte, no puedo permitir te hagan daño. -Dante estaba muy nervioso mientras hablaba, iba de un lado a otro y gritaba. - No puedo perderte...

Me levanté y volví a ir hacia él.

-Schhhhh. -Le agarre, le bese y me abrace a él. -Tranquilo, ya está, no iré a ningún sitio. Me quedare aquí entrenando y preparándome, como hablamos en un principio.

- Prométemelo, dime que vas a quedarte aquí, sin hacer nada, sin intentar huir para ir a buscarme, que estarás con Edon.

- Te lo prometo.

En cuanto más le conocía y más compenetradas estaban nuestras almas, podía ver y sentir como la soledad que había arrastrado durante toda su vida había dejado huella en él, el miedo a la perdida, el miedo de volver a quedarse solo, el miedo a perderme era algo que le aterrorizaba y yo podía sentirlo. Por lo tanto, no iba a ser yo quien le volviera a abandonar, no iba a ser yo quien añadiera más tristeza de la que ya tenía en su corazón. Me quedaría con Edon, aprovecharía cada minuto para hacerme más fuerte y aprender a controlar y dominar mi magia, me enfrentaría a Cancervero y saldría victoriosa.

Claro de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora