CAPITULO 26

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Dante me llevaba en sus brazos, aunque yo apenas podía moverme, escuchaba y estaba atenta a todo lo que estaba pasando a mí alrededor.

- Gertru, ves a su cabaña, la atenderás allí.

- Estaría mejor en mi consultorio Dante, allí tengo todo lo necesario para atenderla.

- He dicho que vayas a su cabaña.

- No solo te importa a ti, también es importante para mí, es mi sobrina.

- He dicho que vayamos a su cabaña y no hay más que discutir.

- Vamos Gertru -Interrumpió Esme. -No tenemos tiempo que perder.

Esme agarro a Gertru que en ese momento tenía los ojos llorosos y las dos se fueron al consultorio a coger las cosas que necesitaban para llevar a mi cabaña.

-Break, Héctor, Conan, Lucil y los demás registrar el Claro, aseguraos de que no queda nadie en nuestras tierras. -Todos en su forma de lobo salieron corriendo tras la orden de Dante. -Padre, ve con ellos, necesitan un Alfa que les guie y aquí no hay nadie mejor que tu para eso.

Edon le puso una mano a Break en el hombro y asintió, su cuerpo se transformó en un enorme lobo gris y salió en busca de los demás.

Dante seguía cargando conmigo en brazos, mi vestido estaba empapado y mis manos eran completamente rojas por la sangre.

- Aguanta lobita, ya llegamos. Todo saldrá bien.

Me llevo todo el camino en sus brazos hasta mi cabaña, allí estaban esperando Gertru y Esme con todo preparado. Danto me tumbo en la cama con cuidado y cuando ya estaba tumbada Gertru le echo a un lado.

- Puedes quedarte aquí, pero no molestes.

Dante asintió, se quedó en un lado de la habitación mirando como Gertru y Esme hacían todo lo posible por salvarme.

Esme corto el vestido con una tijera para quitar la ropa, prácticamente todo mi cuerpo estaba cubierto de sangre.

- Primero hay que lavarla, Esme acércame el agua y el jabón.

Limpiaron mi herida y la sangre que tenía alrededor y ahí es cuando pudieron ver que la herida de la daga ocupaba la mitad de mi abdomen. Gertru se echó las manos a la cabeza.

- No tenías que haberla quitado, hiciste la herida más grande.

- Era... plata.

El único motivo de que me sacara la daga fue porque no quería que ellos la tocaran, no quería que les pasara nada.

- Cierra los ojos amiga, esto te va a doler.

- Primero hay que desinfectar la zona Esme.

Echaron un líquido en la herida que supuse que era alcohol o algún otro antiséptico. En cuanto el líquido callo en mi piel empezó a arder. Me ardía, me ardía muchísimo y el dolor era insoportable.

- Por suerte no parece que te tocara ningún órgano, ni nada vital. Pero tenemos que coserla.

Gertru saco aguja e hilo, después paso la aguja por el fuego de una vela que estaba encendida, mientras Esme agarro mis brazos para inmovilizarme.

- Tienes que intentar no moverte ahora ¿De acuerdo?

- Esme, déjame a mí. -Esme se quitó y Dante ocupo su lugar, me sujetaba ambos brazos y me miraba fijamente. -Aguanta.

Gertru atravesó mi piel con la aguja una y otra vez. No podía aguantar el dolor, intentaba moverme, pero Dante me lo impedía y tenía mucha más fuerza que yo. Mis ojos me ardían de llorar, las lágrimas seguían cayendo de mis ojos y recorrían mis mejillas.

Claro de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora