CAPITULO 11

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Salí a la puerta de mi cabaña, el aire de la mañana era fresco, pero se sentía bien con mi cara. Me había despertado bastante pronto y me había dado tiempo a preparar comida. Hoy Dante y yo íbamos a ver a Los Sabios y no sabía cuánto tiempo estaríamos fuera, asique prefería ir preparada. Estaba nerviosa con esta salida, no sabía muy bien quienes eran, pero según decían todos eran los únicos que podían ayudarme a conocerme más y podían aclararnos muchas cosas. El día anterior también había sido largo, pero había servido para conseguir respuestas a muchas de mis preguntas, pude averiguar de dónde profecía, quien era mi familia o el porqué de la magia que llevaba dentro. Y esperaba que el día de hoy fuera igual.

- Todavía no entiendo porque Dante te ha dado esta cabaña a ti. -Era Lucil.

Estaba ahí delante mía, tan guapa y espectacular como siempre, mirándome con ese aire de superioridad, como si yo fuera tan poca cosa, como si no pudiera compararme con ella.

- ¿Perdón?

- Si, lo que has oído. A veces puede parecer protector y cercano. -Se empezó a reír. - No te hagas ilusiones, alguien como él jamás se fijaría en algo como tú. Eres tan poquita cosa.

Me observaba como si fuera un insecto y ella pudiera aplastarme en cualquier momento, pero yo tampoco iba a consentir que me pisoteara.

- Creo que no eres quien para decidir en quien se tendría que fijar ¿No crees?

- ¡Ay que ilusa! Conozco a Dante de maravilla... entre nosotros han pasado muchas cosas. -Me seguía mirando y estaba disfrutando mientras intentaba humillarme y llenar mi cabeza de dudas e inseguridades, quería provocarme y lo estaba consiguiendo. - Hemos pasado muchas noches y muchas Lunas juntos, siempre venía a buscarme y yo estaba ahí, para él. Créeme, no eres su tipo.

- Cállate.

Pero no se callaba, seguía hablando y disfrutaba con eso, ella sabía que las inseguridades crecían dentro de mí, sabía que era preciosa y que cualquiera se volvería loco por tenerla y eso lo estaba utilizando para jugar con ventaja en mi contra.

- A él le gustan más mujeres y tu... solo eres una cría, que encima das lastima. -Empezaba a tocarse el pelo. - Haber donde crees que pasa todas sus noches, a ver a quien te crees que viene a buscar, de que brazos busca el calor. Solo es cuestión de tiempo de que se dé cuenta de que estamos destinados, de que yo soy su Luna.

Fue oírla terminar esa frase y algo exploto dentro de mí, un torrente de energía salía disparado de mis manos e impactaba contra Lucil, lanzándola por los aires y tirándola al suelo. Ella me miraba confundida, estaba claro que no entendía lo que acababa de suceder, me observaba muy fijamente. Mi cuerpo brillaba, resplandecía, al igual que paso la noche que cure a Dante y aunque era de día se podía apreciar perfectamente el resplandor que emitía mi cuerpo.

- ¿Quién eres?

Sabía que eso había jugado en mi contra, el no saber controlar mi magia lo único que había conseguido es generar dudas en Lucil, ahora era sencillo que la gente se enterara, que supieran que había algo raro en mí, podía ser solamente cuestión de tiempo que empezaran a hilar los hilos.

No me dio tiempo a contestarla, un precioso y enigmático lobo negro apareció allí, colocándose entre medias de las dos. Dante miraba la escena, vio a Lucil tirada en el suelo con su cara desubicada y vio mi cuerpo brillar, sabía que eso solo podía significar una cosa y que podía resumirse en una cosa, problemas.

Dante miraba a Lucil fijamente, no sabía se oía nada, ninguno articulaba ninguna palabra, pero daba la sensación de que ambos mantenían una conversación. No entendía exactamente lo que estaba pasando, Lucil se levantó del suelo, se sacudió el pantalón y miro a Dante.

Claro de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora