14. España part.1

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17, Agosto de 2021









El viaje a España ya había llegado, pero como siempre un inconveniente más se sumaba a mi día.

Ningún Uber quería pasar por mi, no se que les pasaba, habían algunos que estaban a menos de un minuto de dónde me encontraba y aún así no tomaban mi carrera.

Decidí marcarle a Sam para que me pasará recogiendo y así no llegar tarde al aeropuerto.

Tomo mi teléfono y busco entre mis contactos a mi mejor amiga para luego llamarla.

—Hola — saluda la rubia a través del celular.

—Hola, Sam, ¿Aún no sales de tu casa? — pregunto.

—De hecho, ya estoy llegando al aeropuerto — informa.

Suelto y grito de frustración.

—Ningun Uber quiere llevarme, ¿Puedes pedirle a alguien que me lleve?, o pregúntale a Félix si puede pasar por mi a lo que te vaya a dejar — sugerí.

—Se va a demorar, ya te consigo a alguien que te traiga, déjame hace euna llamada.

Siento un peso menos encima de mi.

—Gracias, ahí me avisas.

—Si, si, nos vemos al rato — Sam corto.

Me senté en el pequeño escalón que estaba en la entrada de mi casa, esperando... El mensaje de confirmación de mi mejor amiga llegó.

"Cinco minutos"

Sonreí gustosa, ya nada podía salir mal, viaje tranquilo, con amigos, mis problemas se estaban solucionando.

Espere a que la hora estimada pasará y justamente a los cinco minutos un carro se estacionó frente a mi.

Me levanté y tome mi maleta, el vidrio polarizado bajo dejandome a la vista a Osvaldo.

—¿Necesitabas ayuda? — pregunta.

Ruedo los ojos.

—No puedo creer que me haya hecho esto — mencioné haciendo referencia a mi mejor amiga.

—Si quieres me puedo ir, pero que conste que yo vine a verte — levanto sus hombros y me miró expectante.

No tenía más opción.

—Abre la cajuela — comenté.

El de lentes sonrió con orgullo y se bajó del auto aproximándose a mi.

Me miró detalladamente recorriendo su mirada por todo mi cuerpo.

—Yo me encargo — murmuró al estar frente a mi.

Él posicionó su mano en la manigeta de la maleta sin darse cuenta que la mía estaba ahí desde antes.

Alejamos nuestras manos y nos miramos con nervios.

—Voy a...

—Si, está bien — susurre mientras pasaba por su lado y ingresaba al auto.

Desde aquel recuerdo que tuve de la fiesta donde nos habíamos besado, todo contacto con él era lendo de nerviosisml y incomodidad.

No sabía si solo era por mi parte porque hasta ahora, él nunca había mencionado nada, así que supongo que nunca lo recordó porque estaba igual de ebrio o hasta más que yo.

Osvaldo se subió al auto y fuimos directamente al aeropuerto en silencio.





[...]






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